---- Capítulo 0005 Me sonrojé inmediatamente. iTan rápido se deciden las cosas en el espacio? De vuelta en la nave de la Alianza, los soldados distribuyeron el antídoto entre los humanos. Aizer me dio el mío personalmente. También me entregó una bebida rosa. - Es de sabor agridulce, creo que les gustará -dijo. Al ver el fuego en sus ojos, bajé la cabeza con incomodidad. -Gracias -.murmuré. --Cuando lleguemos a Tampos, te prepararé una deliciosa comida - prometió Aizer solemnemente. -iDe acuerdo! - respondí en voz baja. Aunque estaba bastante segura de sus sentimientos, seguía preocupada. - Cuando lleguemos al planeta, éte quedarás conmigo?. En mi vida pasada, Estrella fue la primera en oponerse al matrimonio. Su discurso les dio a todas las mujeres humanas seis meses de adaptación. Pero esta vez, sin ---- ella, temía que se produjeran efectos secundarios negativos. Aizer frunció el cefio, mirándome profundamente. -êEsperas que me quede contigo?. -iPor supuesto! -le dije, asintiendo con seriedad. Aizer esbozó una leve sonrisa imperceptible. -Tranquila, siempre que lo necesites, estaré contigo. Inclinándose, besó suavemente el dorso de mi mano. Ese toque frío fue como una descarga eléctrica. Mi cuerpo se sintió entumecido. Durante los tres días siguientes, Aizer estuvo a mi lado. Incluso dormía en el suelo, junto a mi cama, con una pequefia manta. Aunque era serio y taciturno, y su presencia imponente a veces me dejaba sin aliento, era increíblemente atento. Hacía casi todo por mí. Tres días después, la nave 1Ilegó a Tampos. Los habitantes del espacio, ya avisados, esperabanenla plaza. La escalinata de la nave estaba disefiada para la altura de los intergalácticos. Paralos humanos, cada paso era un esfuerzo. Al salir de la nave, Aizer se inclinó y susurró a mi oído: ---- -Lo siento-. Luego, me levantó en brazos. Un murmullo de incredulidad recorrió la plaza. Me sonrojé y enterré mi rostro en su amplio pecho. Aizer no me bajó en todo el camino hasta lIlegar a su mansión. -Ya llegamos a casa-dijo con ternura. Un robot mayordomo trajo unas zapatillas suaves. Aizer se arrodilló para ayudarme a calzarme. Cuando se levantó, me di cuenta de que tenía que levantar la cabeza para mirarlo. Eso era incómodo para mi cuello. Como si percibiera mi incomodidad, me rodeó la cintura con una mano y me levantó. Envolví mis piernas alrededor de su fuerte cintura y mis brazos alrededor de su cuello como serpientes. Entonces vi que las orejas de Aizer estaban completamente rojas. -FEres tan fácil de avergonzar. Antes, como tenías el pelo en las orejas, no se notaba- dije, pellizcándole las orejas y sintiendo su calor. -Si no te gustan mis orejas de bestia, nunca más me transformaré delante de ti -prometió Aizer con seriedad, aunque se notaba su tristeza. ---- -éQuién dijo que no me gustan? - pregunté confundida. -aAntes nunca me habías tocado las orejas - respondió Aizer con un tono frio, pero con un dejo de queja. Me reí entre dientes. - Antes eras tan alto que no me dabas oportunidad de hacerlo. -éQuieres tocarlas ahora? -me preguntó con expectación. Asintiendo con la cabeza, al instante, aquellas orejas triangulares y peludas aparecieron. Mi línea de visión se elevó considerablemente, y mis piernas, enroscadas alrededor de su cintura, casi se deslizan. Afortunadamente, él me sostuvo con sus brazos. Acaricié sus orejas peludas, mi corazón se derritió. Siempre me han gustado los animales suaves y peludos; detesto las serpientes frías y viscosas. Drake tenía una personalidad sombría, así que naturalmente no me gustaba. Aunque Aizer parecía frío, su indulgencia hacia míy el fuego oculto bajo su frialdad me daban una gran sensación de seguridad. Gradualmente, la respiración de Aizer se volvió irregular, con jadeos entrecortados. Vi que sus ojos, normalmente frios y profundos, se habían tenido de un ---- rojo intenso, así que rápidamente retiré mi mano. - Por cierto, équé forma tiene tu besti. curiosidad. - pregunté con - ê Qué tipo te gusta? - preguntó Aizer, su voz ronca. Aparté la mirada y dije suavemente: -Me gusta la que tú tengas. Esa declaración equivalente a una confesión hizo que Aizer se rigiera. Inclinándose, me besó. Su ataque feroz me abrumó, como si intentara devorarme.
