---- Capítulo 7 Lucía llegó empapada hasta los huesos. Llevaba un paraguas, pero estaba tan mojada como si no lo tuviera; el cabello, húmedo y pegado a la cara. - ijCasi no la reconocí! Pero ni se me pasó por la cabeza sentir pena por ella. Total, Tomás la consolaría al Ilegar a casa. - No me importa en realidad lo que le pase. - Ni a mílo que te pase. - jNo te importa! iLárgate de aqui! La alegría de reencontrarme con Mercedes se esfumó por completo. Casi saco la escoba para echarla de la casa. Lucía, con voz quejumbrosa, dijo: - Solo vi que llovía a cántaros y me preocupé porque no tenías paraguas, así que vine a traértelo. Mercedes, que estaba a mi lado, soltó una carcajada: - (éO sea, que te quedaste esperando en la puerta para darle un paraguas? éPor qué no fuiste al banco a pedirle que te diera el dinero directamente? ---- Su extrafia comparación me hizo también reír. Sí, cuántas veces había Ilovido antes y Lucía ni se inmutaba por lo sucedido. Si solo había un paraguas, ella se lo quedaba casi todo, con tal de no mojarse, sin importarle que yo quedara a la intemperie. Ahora, fingiendo mucha preocupación, se empapaba en la puerta de mi casa, luciendo lastimosamente irónica. Lucía se sonrojó, pero me miró con determinación: - Néstor, épuedo entrar a secarme un poco? Ese era su verdadero objetivo. Hacerse la víctima para entrar a mi casa y, tal vez, congraciarse con mis padres. La gente solo valora la sinceridad. Lucía nunca la tuvo, siempre recurriendo a sucios trucos para conseguir lo que quería. Y los que caían en sus viles engafios eranlos que confiaban en ella. Cerré mi corazón a ella por completo. Esto definitivamente se acabó. Entré a la casa con Mercedes. Mis padres tenían la mesa puesta, llena de comida deliciosa, esperándonos. Mamá, al vernos, se alegró muchísimo, me apartó de un ---- solo empujón y abrazó a Mercedes: - Ay, Mercedes, jeuánto tiempo! jQué grande estás! jY qué hermosa, más que de nifia! Mi papá la saludó con mucho entusiasmo: - Primero, siéntense. Se va a enfriar la comida. Deben estar cansados del trabajo, que coman primero. Aunque dijeron eso, no pararon de hablar. Durante la cena, preguntaron con curiosidad demasiado a Mercedes. Especialmente cuando supieron que seguía soltera. segunda fase: recomendarme de forma insistente. intercambiaron miradas... y comenzó la Las buenas palabras que nunca me habían dicho delante de mí, las desgranaron todas de forma meticulosa delante de Mercedes. Me sentí bastante avergonzado. Mercedes sonrió con agrado: - Creo que Néstor sigue siendo igual de bueno que de nifio. Le miré a los ojos y mi corazón dio un vuelco total. El rubor que apenas tenía antes, ahora me cubría por completo. Me sentí como un torpe adolescente. Mis padres brillaron con entusiasmo, inventaron una ---- tonta excusa y nos dejaron solos. No sabía en ese momento qué decir. Mercedes preguntó por lo ocurrido en la puerta. Suspiré y le conté en detalle cómo mi novia había usado mi casa para impresionar a su ex. Mercedes, en lugar de reírse, por esto, se enfureció: - iFuiste a revisar la casa? Me di cuenta de que aún no había ido a revisarla. Pensé por un momento, que ella no sería tan descarada como para quedarse en mi casa después de la ruptura. Pero recordando la insistencia de Lucía, me entró en ese momento la duda. Mercedes, al ver mi expresión, lo entendió todo: - Te aconsejo que te prepares para mafiana. Lo comprendí. La conversación pasó de romántica a seria, siendo un poco incómoda. Mercedes dijo de repente: - Cuando termines con todo esto, hablamos de lo ---- nuestro. - àLo nuestro?
