---- Capítulo 10 Nunca imaginé que al día siguiente Lucas volvería al hospital. Entró en silencio, caminó directo a la habitación y agarró enfurecido a Diego por el cuello de la camisa, arrastrándolo fuera sin decir una palabra. -iQué te pasa? iYa se te corrió la teja? -gritó descontrolado Diego, tratando de soltarse. - Tú decías que no creías que mi hermana estuviera muerta, iverdad? Pues hoy la vas a ver con tus propios ojos -respondió Lucas, serio, sin soltarlo ni un segundo. -éQué demonios estás haciendo ahora? jNo voy aira donde tú quieres! - Diego trató de resistirse. -êNo que no creías? jEntonces por qué te niegas a ir? é Acaso tienes miedo, maldito? Aunque Diego se resistió, Lucas lo arrastró hasta el crematorio. Lo empujó con fuerza hasta que estuvieron justo frente al congelador donde yacía mi cuerpo. Lucas lo forzó varias veces a mirarme. -iMírala! jMira muy bien a tu esposa para que no la olvides! jásí murió! Con el cuerpo lleno de heridas, pero aún abrazando a tu precioso hijo. Y mientras ella moría ---- sola y desolada... jTú estabas tan tranquilo en el hospital, acariciando a esa maldita perra! Diego intentó cerrar los ojos, murmuró entre dientes: - No... no es Marina. jElla no! jEra egoísta, mala... imposible que esté muerta! -éTienes miedo, verdad? jábrelos, perro asqueroso! j Ábrelos y mírala! jEsta es tu esposa! jLa que tú dejaste morir! Finalmente, Diego abrió los ojos. Y al ver mi rostro congelado... rompió a llorar desconsolado como nunca. - Perdón... mi amor... perdóname. No quería que murieras, te lo juro. Solo quería salvar primero a Eva. No sabía que ibas a morir... -Se arrodilló, Ilorando, pidiendo perdón, suplicando. - Despierta, por favor. Regresemos a casa. No quiero divorciarme. Te prometo que voy a cuidarte... jpero por favor despierta! -iDeja de Ilorar como hipócrita! -gritó a todo pulmón Lucas, dándole un pufietazo en la cara-. Mi hermana te amaba con todo su corazón. jMaldito seas tú y esa miserable perra de la Eva! jojalá los dos se pudran en el infierno! ---- Tras soltar toda su rabia, Lucas lo empujó fuera del crematorio. Amímellevaronala cremación. Diego estuvo allí, con la mirada vacía. Quiso lIlevarse mis cenizas, pero Lucas no lo permitió. Le dio otra golpiza. - No mereces ni siquiera las cenizas de mi hermana. El que insultó su muerte fuiste tú. La que fingió ser ella fue tu maldita novia. Y tú... una simple eres basura. Al final, fue Lucas quien se llevó mis cenizas. Yo quería seguirlo, pero no pude. Aún seguía atada al desgraciado del Diego. Diego volvió al hospital. Era el día que Eva salía del alta. Se la Ilevó a su pequefio departamento, no a la casa donde vivíamos él y yo. Menos mal. Si se hubieran ido a nuestra antigua casa, creo que habría vomitado de asco. Esa noche, Eva preparó una deliciosa cena a la luz de las velas. La vi tomar su celular y escribirle con descaro a mi cuenta, como si yo estuviera viva. Y sí... alguien le respondió. ---- - FEva, ya vi el cuerpo de Marina. Esas palabras hicieron de inmediato que Eva dejara caer su copa de vino, estrellándose contra el suelo. - i Qué... qué estás diciendo? jMarina está viva! -Su voz temblaba, nerviosa. -Eva, Marina siempre te trató bien, écierto? ;Por qué le hiciste esto? De repente, Diego cambió de tono. Se lanzó enfurecido sobre ella, tomándola del cuello. Eva comenzó a retorcerse, los ojos en blanco, casi la mató. Yolos miraba, sin emoción alguna. Parecía una pelea entre dos perros callejeros. Yo, que siempre pensé que Diego amaba a Eva con locura, ahora entendía que no era así tampoco. -PEntonces ya lo sabes, hermanito -dijo Eva, de repente, soltando una risa loca- . Fui yo. SÍ fui yo quien te escribió, haciéndome pasar por ella. Quería que se muriera. jElla no tenía derecho a estar contigo! jTú solo eres mío! -Por eso la mataste? -rugió furioso Diego, conlos ojos enardecidos. ---- -iTú me elegiste a mí! iSi Marina murió, fue porque empezaste a amarla! jNi siquiera te diste cuenta, pero ya la habías comenzado a querer! Solo pude reír. Diego, tamarme a mí? Ese es el chiste más cruel que me han contado en toda mi vida, ah perdón en mi muerte. Diego encerró a Eva. La dejó tres días sin comer, solo con agua, para asegurarse de que no muriera. Los miraba desde lejos. Todo era tan patético. Un hombre que me despreciaba en vida, ahora Ilorando hipócritamente por una muerte que é] mismo provocó. Y yo... yo ya estaba muerta. Pero todo esto no servía de nada. Las lágrimas y el dolor que Ilegaban tarde no valían nada, como el polvo que lleva el viento. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!