---- Capítulo 11 El día de mi funeral Diego se arregló como nunca. Se puso ese impecable traje negro que siempre me había encantado, el mismo que solo usó una vez en una boda y que yo siempre decía que lo hacía parecer sacado de una película. Ahora, jqué ironía! lo Ilevaba puesto para mi despedida. Lucas no quería que estuviera allí. Decía que no tenía derecho. Pero mi madre lo detuvo. - Al final... sigue siendo su marido. Legalmente, era su pareja. No podemos hacer más escándalos. Marina ya no está, por lo tanto, no merece que hablen mal de ella. Tenía razón. El funeral estaba lleno de familiares, conocidos y vecinos. Aunque ya no estuviera, no quería que hablaran de mí como si ni siquiera é] hubiera venido a despedirse. Mi suegra también estuvo presente. Ya no era la mujer fuerte que conocí. Estaba encorvada, más pequefia, como si la vida le hubiera caído de golpe. Diego se arrodilló humilde frente a mi tumba y permaneció allí por un largo rato, con la cabeza baja. Pensaba que eso borraría sus pecados. Pero para mí, ya no había redención. ---- Lo miraba... y todo lo que sentía era un profundo asco. Cuando terminó el entierro, volvió a su pequefio departamento, donde Eva temerosa lo esperaba. Después de tres extenuantes días sin comida, ella estaba débil, pálida, al borde del colapso. Apenas lo vio entrar, tembló de miedo. - Hermano... yo... sé que hice mal. No debí haberme hecho pasar por Marina. No debí haber regresado. No debí separarlos a ustedes dos... Perdón. Por favor... Eva estaba realmente asustada. Esta vez, el miedo que tenía era real. Temía por su vida. - Dime la verdad. Ese niíi Marina quien te empujó? 'cómo fue que murió? ;Fue Eva dudó por unos segundos. Lo podía ver en su cara. Quería mentir, pero ya no podía. - Solo tienes una oportunidad -dijo Diego, con una calma aterradora. - No... no fue ella. Fui yo. Todo fue un acto planeado. -áPor qué? - Porque ese bebé... no era tuyo. Y tú... tá ya te estabas enamorando de ella. ---- Diego no respondió. Solo bajó entristecido la mirada. Luego, con una serenidad inquietante, dijo: -Eva... todos hemos cometido un pecado. Vamos a acompafiarla. Llenó la bafiera con agua. Levantó a Eva, ya agotada, y la metió dentro. Ante su mirada aterrada y penetrante, le cortó las mufiecas. Después, él también se metió, y se cortó las suyas. La sangre tifió el agua. Todo se volvió rojo. En sus últimos segundos, Diego me vio. Corrió desesperado hacia mí, con una sonrisa, como si me hubiera estado esperando toda su vida. -iAmor! jAl fin te encuentro! Lo miré, con desprecio, como él me había mirado tantas Veces. - No soy tu esposa. No en esta vida. Ni en la próxima. Jamás. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!
