---- Capítulo 9 Él respiró profundo, como si estuviera tomando una gran decisión. -Está bien. Lo acepto. Al escucharlo, me di la vuelta sin decir una palabra y me fui sin mirar atrás. Hice mis maletas, esperando que el vínculo de compafiero se rompiera para poder marcharme. Pero durante los días siguientes, Ramón desapareció por completo. No atendía mis Ilamadas, ni se dejaba ver por ningún lado. No podía encontrarlo, y eso me frustraba demasiado. Ya no quería seguir en esa casa. Así que decidí irme de una vez. Lejos de él, al menos estaría en paz. Mientras bajaba las escaleras con las maletas, me crucé justo con Fabiola. - Desapareció el anillo que Ramón me compró. Sospecho que ella lo 1Ileva. Abran su maleta y revísenla - le ordenó alos sirvientes. Ellos se acercaron apresurados, me arrebataronla maleta y volcaron toda mi ropa al suelo, revolviendo ---- entre las prendas en busca del supuesto anillo. La rabia me invadió enseguida. Me lancé como fiera hacia Fabiola y le di una cachetada con todas mis fuerzas. Ella se cubrió la mejilla, furiosa, e intentó devolverme el golpe. Pero le sujeté la mufieca y le dije con frialdad: - No me provoques, o te mato. Ya no estaba dispuesta a soportar nada más. Si yo sufría, haría que ellos también lo sintieran. Los sirvientes se quedaron paralizados, mirándome con asombro larifia. Justo en ese momento, apareció Ramón. Tenía el rostro pálido y los ojos apagados. Se veía exhausto, como si hubiera recibido un golpe demasiado fuerte para soportarlo. Solté despectiva Fabiola. Ella corrió hacia él, se colgó de su brazo y, sin perder tiempo, se apresuró a acusar: -iRamón, Francisca está intentando robar los secretos de la manada! jQuiere venderlos a la Sombría! Tengo pruebas. Mira esto. ---- Ella sacó el celular y reprodujo un video donde un lobo de la manada Sombría me acusaba de venderles secretos de nuestra manada. Yo me mantuve tranquila, con los brazos cruzados, disfrutando del majestuoso espectáculo. Ramón miró a Fabiola con una gesto severo. Luego me clavó una mirada cargada de conflicto y, de pronto, le dio una cachetada tan fuerte que resonó en todo el vestíbulo. Todos quedaron boquiabiertos. Fabiolalo miró, incrédula, y le preguntó asustada: -éPor qué me pegaste? - Porque tú mataste a mi hijo a propósito. Ya le había dado a Francisca una medicina para bloquear el vínculo mental, y tú le diste el antídoto. Solo para hacerla sufrir. Con tal de separarnos, fuiste capaz de todo. éDe verdad piensas que voy a creerte por un par de mentiras y unas cuantas pruebas falsas? Me subestimaste demasiado. Fabiolalo negó, rompiendo a Ilorar. Con esa cara de víctima, quiso fingir inocencia una vez más. - No, no fui yo. Pero Ramón ya había visto su verdadera cara, y le gritó ---- furioso: -iNo te hagas la tonta! Ya investigué todo. éQuieres que te ponga todas las pruebas delante en la cara para que por fin lo admitas? Fabiola se encogió, asustada, sin atreverse a mirarlo a los ojos. La culpa la hizo guardar silencio. Yo sonreí, satisfecha. Al momento, cuando Fabiola me empujó y me caí, siempre negó que lo hubiera hecho a propósito. Y como justo las cámaras estaban dafiadas, nadie pudo comprobar la verdad. Ramón la castigó rápido, y yo decidí no hacer un escándalo. Pero para protegerme de ella, hace poco me tomé el trabajo de reparar el sistema de vigilancia. Le mostré a Ramón los videos, y también le conté varias delas cosas sucias que Fabiola había hecho a mis espaldas... Si a Ramón aún le quedaba un poco de sentido común y conciencia, no podía permitirse seguir al lado de alguien ---- tan manipuladora como esa mujer. - No me voy a casar contigo. Por favor, vete. No quiero verte ahora -dijo Ramón con frialdad, sefialando la puerta. Fabiola rompió a llorar desconsolada con más fuerza. Intentó tocarlo, pero él se apartó de inmediato, sin darle oportunidad. Temblando, ella balbuceó entre sollozos: - Ramón, no importa lo que haya hecho, todo fue porque te amo. No te enojes, déjame explicarte bien. Tenemos un hijo... Voy a esperar a que te calmes, y después hablamos. Dicho eso, se marchó llorando, desconsolada. El cuarto quedó en absoluto silencio. Solo estábamos él y yo. Ramón me miró con una expresión sombria, bajó avergonzado la cabeza y murmuró: - Perdón. Me equivoqué. Fallé en corresponder tu amor. La verdad es que... todavía te amo. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!