---- Capítulo 11 Ni siquiera sabía cómo se llamaba. Desde que dejé atrás mi antigua vida, toda mi atención había estado volcada en el trabajo. La manada Noctuluna y la Sombraluna estaban en ciudades distintas. Jamás había venido a este lugar, así que, sinceramente, no lo recordaba. Al salir del trabajo, justo al cruzar la puerta, una silueta alta y poderosa apareció de repente frente a mí. Su mirada ardiente se clavó en mí como una Ilamarada. -iNecesitas algo? - pregunté, incómoda. Esa forma tan intensa de mirarme me puso nerviosa. Intenté rodearlo para seguir caminando, pero é| me tomó del brazo con fuerza. Su voz sonó grave: - Ahora que rompiste el vínculo con Ramón, évas a buscar una nueva pareja? No respondí. Eso era asunto mío, parte de mi vida privada. Lo miré seria, con evidente desagrado, el aire a mi alrededor se tornó bastante tenso. - Ramón se volvió a casar. Ya tiene un hijo. Pero dicen ---- que se arrepintió, y ahora anda enloquecido buscándote por todos lados. éQuieres que le diga que estás trabajando aquí, en la manada Noctuluna? Alzó una ceja, sonriendo con una intención clara, casi provocadora. -Haz lo que quieras -dije con frialdad. Pero é] se rio de pronto, como si supiera una verdad que yo no podía negar. -Yano te importa é1, éno es así? Hice mala cara. Mi expresión se volvió aún más severa, y respondí con firmeza: - FEres el Alfa de la manada Noctuluna, No tienes por qué meterte en mis asuntos personales. Si piensas usarme para enfrentarte a Ramón, te equivocas. Porque yo no soy nadie importante para él. Le aparté el brazo de un tirón. Pero, de pronto, él me abrazó. Me quedé paralizada, con el cuerpo rígido. No me atreví a moverme, ni a resistirme. -éDe verdad no te acuerdas de mí? Hace cinco afios, en la ciudad de Eternaria, salvaste a un cachorro que se ahogaba en el río Tenebral. Ese cachorro era mi sobrino. Yese mismo día, yo te lo agradecí. ---- Al escucharlo, esos recuerdos, que creía enterrados, regresaron de golpe. Como si hubieran estado dormidos todo este tiempo, esperando despertar. Lo empujé con fuerza y retrocedí unos cuantos pasos. Recordé que, en aquel entonces, él no dejaba de darme las gracias, pero yo tenía prisa por irme. Apenas hablamos. Incluso cuando me pidió mi contacto, no se los di. - Me llamo Eduardo Cuéllar. Grábatelo bien: me gustas demasiado, y quiero que seas mi compafiera. Salí prácticamente huyendo de allí. Desde ese día, Eduardo empezó a aparecer con cierta frecuencia. Sus sentimientos por mí eran tan evidentes, que cualquiera podía notarlo. Yo también sentía que era sincero. Pero no me atrevía a aceptarlo, así que me pasaba todo el tiempo esquivándolo. Terminé renunciando a mi trabajo y decidí marcharme. Cuando Edward se enteró, vino a buscarme. -Francisca, si no te gusto, solo dímelo. Pero épor qué ---- renunciaste a un trabajo que amabas? Se acercó, mirándome directo a los ojos. - Si ni siquiera eres capaz de enfrentar mi amor, équé eres entonces? iUna tonta gallina? Me mordí el labio, sin saber en ese momento qué responder. Sí... en el amor, lo reconozco siempre fui una gallina. -Hay que mirar hacia adelante. Puedes al menos intentar aceptarme. Si te vas solo por eso, entonces sÍ que eres una cobarde de verdad. Sus palabras me sacudieron. ;Cobarde? Tal vez sí. Pero pensándolo bien, dejar mi trabajo, alejarme de todo por é1, en realidad no valía la pena. Así que me quedé. Durante todo ese afio, Eduardo no dejó de insistir. Aunque lo rechazaba una y otra vez, nunca se rindió. Él siempre estuvo pendiente de mí, cuidándome con ternura y dedicación. ---- Pasaron dos afios y al final, no pude resistirme a su insistencia. Me conmovió hasta los huesos. Acepté casarme con él y sellar nuestro vínculo. Aunque ya había vivido una vil traición, esta vez no sentía miedo. Porque todos tenemos derecho a buscar la felicidad. Y aunque una vez nos hayan herido, si la pareja correcta aparece, entonces todo vale la pena. El día de la ceremonia, Eduardo organizó una majestuosa celebración. Invitó como huéspedes de honor alos Alfas de las manadas vecinas. Ramón, que ya se había convertido en Alfa, por supuesto que asistiría. Yo estaba parada al pie de la escalera, vestida de novia. Edward orgulloso me abrazó por la espalda y besó mi clavícula con suavidad. -Hoy lo vas a ver, no me vas a dejar plantado en el altar, êno es así? Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!