---- Capítulo 12 -Es solo un extrafio. É] ya no me importa. Pareció satisfecho con mi respuesta, y su beso se volvió aún más suave. - Voy a hacer que vea que perderte fue su mayor error. Que irte de su lado fue lo mejor que pudiste hacer. Y que ahora eres la loba más feliz del mundo. Subió un poco el tono y, juguetón, me apretó con suavidad en un punto sensible de mi pecho. Le di un golpecito en el hombro, avergonzada. -iMás respeto a...! éY si alguien nos ve? Él alzó una ceja y sonrió orgulloso. - Eres mi esposa. No me importa. No supe qué decirle y lo mandé a atender a los invitados. La ceremonia comenzó. Eduardo y yo subimos felices al escenario, frente a todos. Cuando Ramón me vio, se frotó los ojos, incrédulo. Se quedó paralizado por la sorpresa y gritó a todo pulmón: ---- -iFrancisca! (Cómo puedes ser tú? Sin darse cuenta, corrió dando unos pasos hacia mí. Fabiolalo sujetó con rapidez del brazo y le susurró con urgencia: -FElla ya es compafiera de otro. No hagas ninguna locura. Al oírla, su expresión se volvió sombría y sus ojos se enrojecieron. Se soltó con fuerza de la mano de Fabiola e intentó avanzar, como si en ese momento quisiera impedir algo. Pero Eduardo había previsto todo: había puesto guardias en el lugar. En cuanto notaron su actitud, lo detuvieron sin dudarlo dos veces. Ramón forcejeó con insistencia para quitárselos de encima, pero Fabiolalo sostuvo con fuerza y le gritó: -iRamón, basta ya no hagas tonterías! Abre los ojos: mira estás en la manada Noctuluna. jAquí estamos yo y tu hijo! jRecuerda quién eres! Eso quería decir que, si él armaba un escándalo en la manada Nocturna, la cosa se pondría muy seria. Después de todo, si intentaba detenernos y Eduardo se ---- molestaba, podría desatarse un conflicto entre ambas manadas. Los presentes que presenciaron aquella escena tan extrafia empezaron a susurrar entre ellos. Algunos me reconocieron de inmediato y comentaron bajito: - Antes era la compafiera de Ramón, pero cuando él le fue infiel, se separaron. - Y ahora, de repente, era la compafiera de Eduardo, y encima de todo era la Luna. jQué suerte tan grande tiene! - Por ahí dicen que Ramón todavía la ama. -De qué sirve amar si él le fue infiel? - Sí, Ramón debería ser más razonable y dejarla ir, por el bien de ella y por él mismo. Al escuchar esos comentarios, Ramón se sintió profundamente herido. Su rostro cambió y hasta se tambaleó un poco. Gracias a la insistencia de Fabiola, Ramón se detuvo en seco y no causó más problemas. Sin embargo, la mirada que me lanzó estaba llena de tristeza, como si el dolor y la nostalgia estuvieran a ---- punto de derramarse de sus ojos. Cuanto más sufria él, más feliz y sonriente me sentía yo. por fin había encontrado el amor verdadero. Ante la presencia de todos, Eduardo y yo concluimos la ceremonia. Mientras Edward brindaba efusivo con los invitados, vi a Ramón entre la multitud. Después de afios sin vernos, ya no tenía ese aire imponente de antes; su rostro mostraba un profundo cansancio y las marcas del tiempo eran imborrables. Varias veces intentó acercarse a mí, pero Fabiolalo sujetaba con firmeza y hasta le guiaba la mano para acariciar su vientre. Fue entonces cuando me di cuenta: ella estaba embarazada de nuevo. Al levantar la vista, vi en los ojos de ella un profundo odio y una intensa envidia. Después de mirarnos por unos segundos, aparté la vista con calma y sin mostrar emoción alguna, seguí a Eduardo para saludar a los demás invitados. De pronto, entre la multitud, se escuchó un grito ---- aterrador: gritaban que alguien se había lanzado desde el balcón. Todos corrimos despavoridos hacia la entrada para ver qué sucedia. Allí estaba Fabiola tirada en el suelo, con sangre brotando de la parte trasera de la cabeza y abundante sangrado en el abdomen. Ramón, enloquecido, la cargó en brazos y se la 1levó. Al preguntarles a los sirvientes, supimos que los dos habían tenido una fuerte pelea arriba. En un momento de enojo, Ramón empujó a Fabiola, quien cayó del balcón. Luego llegó la noticia del hospital: Fabiola sufrió un aborto espontáneo, se rompió ambas piernas y quedó con una discapacidad permanente. Al principio, Ramón permaneció cuidándola con esmero, pero luego se cansó y dejó todo en manos de los sirvientes. É1 pasaba el tiempo afuera, bebiendo y divirtiéndose de fiesta en fiesta, casi sin ocuparse de los asuntos de la manada. ---- Por supuesto, ya no me importaba lo que hiciera. Seis afios después, gracias al cuidado médico, quedé embarazada. Eduardo y yo finalmente íbamos a tener un hijo. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!