Capítulo 30: “Muchas gracias, chicos… esto es muy lindo”, comenta Luna. “Nunca vuelvas a callarte lo que te pasa. Eres muy importante para nosotros, nunca te dejaríamos sola”, la regaña Zeus. “No quiero ser una carga”, dice ella. “Cuando quieres a alguien, esa persona jamás será una carga, cariño. Tenemos que comprarle algunas cositas a esta preciosura”, le dice Beverly abrazándola. “No es necesario. No creerán que la mantuve encerrada en esa caja toda la tarde”, dice Jack poniéndose de pie. Los tres se ponen de pie y lo siguen por el pasillo, Jack abre una puerta y ven que Estela tiene todo un cuarto para ella sola. Luna entra allí sin poder creer lo exagerado que es Jack, si hasta un sofá ha dejado allí seguro para que ella pueda disfrutar con su gatita en ese lugar. “Eres un exagerado. Pero está bello, ha sido un hermoso regalo”, se ríe Zeus. “Si, lo es”, dice Luna algo abrumada por tanta atención. Siempre vivió esos momentos sólo con su madre, hasta que Beverly se volvió indispensable en su vida también. Todas las celebraciones y ocasiones especiales sólo ellas la acompañaron, por eso ahora al tener a esos dos hombres allí, dejándole claro que no está tan sola como lo pensó, la hace sentir extraña. “No sé ustedes, pero yo quiero pastel”, dice Jack saliendo de allí. “No te creas que te escaparás de mí el fin de semana”, le dice Beverly enganchándose de su brazo y caminando a la sala. “Iremos a ese paseo. Me conseguí un paseo por el Sound, aunque sólo por el puerto, porque no estamos en fecha de salir a navegar, nada más me falta conseguir el transporte que nos lleve”, dice Jack. “¡Yo las llevo!”, dice Zeus y Beverly se gira para verlo. “Si… si no les molesta, yo puedo ir… ¡Llevarlas! Puedo llevarlas”, dice al final. “No te preocupes, amigo mío. Los guardias se pueden encargar de eso”, dice Jack cortando el pastel de manera totalmente incorrecta. “No quiero que ellos nos lleven. Es un momento íntimo con mi amiga, así que será sin guardias”, sentencia Luna, dejando a la gatita libre y lavándose las manos. “Perfecto… Zeus, iremos los dos. Así será como unca cita doble y si el día está lindo, podemos salir a navegar en el yate de Zeus”, dice Jack dándole un trozo deforme de pastel a Beverly, quien lo mira con una ceja levantada. “Ustedes son imposibles”, dice Luna tomando su pastel, el que mira por todos lados y arruga el ceño “Jack, no tienes la mínima idea de cortar un pastel”, añade. “El corte no daña el sabor”, comenta Jack. “Pero sí la presentación”, lo regaña Luna y por primera vez lo ve hacer un puchero. ‘Al fin la encontraste, amigo mío, la mujer que te está sacando de esa oscuridad’, piensa Zeus con una sonrisa, mientras Luna le explica cómo se debe cortar un pastel. Conversan bastante, se ríen y ven jugar a la gatita con los cordones de los zapatos de Jack, quien se ve relajado, casi a gusto en medio de todo es color. Casi a las once de la noche, Beverly le dice a Luna que debe irse porque se le ha hecho tarde para el autobús, Jack le ofrece que vayan a dejarla, pero Zeus le ofrece el brazo y los dos se despiden saliendo de allí conversando animadamente de muchas cosas. Las amigas se despiden frente al ascensor, quedan de acuerdo para el domingo y se despiden. Una vez solos, Jack mira a Luna con esos ojos negros intensos y se acerca a ella. “Jamás vuelvas a ocultarme estas cosas”, espeta. “No quería molestar…”, responde. “Pero sí me preocupaste… ¡Nos preocupaste a todos!”, dice ella. La atrae a su cuerpo y le acaricia una mejilla con el dorso de una mano. “No me gustan las celebraciones de mi vida, pero todo lo que tenga que ver contigo es un asunto a parte. Quiero que festejes todo, no sólo tus cumpleaños, también tus calificaciones, cada sueño cumplido. Tu vida merece ser un festejo cada día”, dice Jack. “Si es así, perdería la gracia…”, dice. “Nada pierde la gracia si es contigo”, y una parte de Jack se despierta más. Baja con lentitud y esta vez, ese beso que llega a los labios de Luna, es muy diferente. Va encendiendo algo no sólo en ella, sino que en él también, pero no esa parte que se están imaginando, sino que esa cosa que alguna vez fue un corazón. Si la fiesta de cumpleaños había sido una clara muestra de lo mucho que significa Luna en su vida, el famoso paseo por el puerto era una certera declaración de intenciones. Jack tiene dos cestas con comida listas en la cocina, para cuando Luna sale de su cuarto con aquel atuendo tan sencillo, a Jack se le paraliza todo porque se ve preciosa. Jeans, botas bajas hasta la rodilla, un suéter color crema y la gabardina que usó para su entrevista cuando la conoció. El cabello suelto y una preciosa boina tejida de color blanco. “¿Qué es todo esto?”, pregunta ella mirando las cestas, pero su expresión de curiosidad cambia a una de preocupación cuando ve a Jack con la nariz roja, como si estuviera enfermo. “¡¿Qué te pasó?!”, pregunta Luna. “Nada…”, responde Jack. “¡Estás enfermo! Así no puedes ir, nos quedaremos y dejamos esto para otro día”, dice Luna. Luna saca su teléfono y Jack se lo quita”. “¡Déjame llamar a Beverly!”, exclama Luna. “No, iremos a ese paseo, porque yo no estoy enfermo, me siento tan bien que hice mi sesión de ejercicios, si no me crees, puede tocar mi brazo para que lo compruebes”, espeta. Luna se lo toca, pero por el puro gusto de hacerlo, porque ese cuerpo es la tentación con lo que sea que se cubra. Él sonríe, pero de pronto un ataque de estornudos le borran en gesto. “Jack, de verdad podemos ir otro día”, le dice ella preocupada. “Y yo dije que iremos hoy, no me discutas más mujer”, lo único que lamenta Jack de estar así es que no puede besarla como quiere, porque esa mujer se ve preciosa. Anish llega con ellos, le entrega un pequeño paquete a Jack que se mete en el abrigo y dos hombres de seguridad cargan las cestas. Jack toma de la mano a Luna, quien sigue pensando que lo mejor sería que se queden en casa, pero discutir con Jack sólo sería una pérdida de tiempo. En cuanto se suben al auto, Jack toma una botella de agua que alguien le ofrece y se toma un par de píldoras, luego se aplica un líquido extraño en la nariz y respira profundo. “Sólo te digo, Jack Gosling, si me contagias tu gripe, te tocará atenderme en cama, prepararme sopa de pollo y leerme un cuento para que se me pase pronto”, ella se ríe mientras Jack la mira con una ceja levantada. “Tú despreocúpate, ninguna gripe se te pegará, ya verás”, responde. Hacen el recorrido hasta Mukilteo, lugar que han decidido para pasear, luego de que a Beverly le fallara su idea original. En casi una hora de recorrido, llegan al lugar, Luna se baja del auto y cierra los ojos al sentir el aire delicioso que le llega a la cara. Un auto se estaciona al lado de ellos y Beverly se baja para abrazar a su amiga del alma. Las dos caminan juntas para mirar el Sound que está calmado en aquel día nublado, mientras que los hombres las observan con intensidad. Ellas regresan para saber a dónde irán, sólo allí Zeus mira a su amigo y se espanta. “¡Wow! No me digas que te dio…”, pero la expresión de Jack lo hace callar. “Nada, no tengo nada”, le gruñe. “Está enfermo, pero insistió en venir. Es tan obtuso, que un ángulo no podría ganarle jamás”, Zeus se ríe, niega con la cabeza y siguen a las chicas, cada uno con una cesta, sin dejar de mirar a las chicas que se ven felices por estar allí. Ubican un lugar para el picnic, disfrutan de sus sándwiches mientras hablan del lugar que tienen en frente. Todos están relajados, sin nada que los preocupe, el aire es de camarería y a Beverly no se le pasa por alto las miradas que Zeus le dedica cuando habla o no hace nada. Luego de comer, deciden recorrer el lugar, pero a pie. Jack se va viendo mejor y Luna lo atribuye a que es por aquellas pastillas que se tomó antes. Title: A Match Made in Heaven In "A Match Made in Heaven" by CrushReels, a spontaneous decision leads to an unexpected twist of fate. What begins as a flash marriage to a street vendor unravels into the revelation that he is, in fact, a billionaire CEO. The story follows a wealthy heiress who finds herself lost and betrayed by those closest to her, navigating through deceit and the dark intentions of others. As she grapples with the aftermath of betrayal by her boyfriend and the unsettling proposition from her foster parents to be sold off to an older man, our protagonist faces challenges that test her resilience and character. Amidst the chaos of her circumstances, she discovers an unlikely connection with the street vendor turned CEO, leading to a journey of self-discovery and unexpected romance. Set against the backdrop of modern romance, this ongoing tale delves into themes of trust, redemption, and the complexities of human relationships. "A Match Made in Heaven" stands out for its unique blend of serendipity and intrigue, offering readers a captivating narrative that defies conventional expectations. 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