Capítulo 21: Jack no la suelta en ni un momento, sólo cuando ella se agacha para dejar las flores allí, llorar y hablar con su madre como si estuviera allí. Zeus puede verlo con la mandíbula tan tensa que pareciera que se le partirá en cualquier momento. Al salir de allí Luna se siente mucho más tranquila y sabe que esos dos hombres tienen mucho que ver. De pronto, cuando van caminando al auto, Jack recuerda uno de los consejos para ser romántico con una mujer y se aleja para comprar una rosa roja. Se acerca a Luna, extiende la rosa y le dice con el tono más robótico del mundo. “Una flor para otra flor”, dice. Luna se queda allí, impactada unos segundos hasta que suelta una carcajada y Jack la mira con ganas de querer asesinarla. Es que no tiene una palabra para describir la forma en que Jack le dijo aquello, probablemente si sólo le hubiese dado la flor y ya, habría sido diferente. Pero esas palabras eran impropias de él, porque es obvio que Jack no es romántico ni por casualidad y la manera de decirlo no ayudó en nada. “¿Crees que soy tu payaso personal?”, gruñe y esta vez Luna se controla un poco antes de hablar. “Claro que no… el detalle es lindo”, se va calmando poco a poco, Jack se gira para marcharse al auto, pero ella lo toma del brazo “Oye, mi flor…”, dice Luna. “Creí que no la querías, como sólo te reíste y me dejaste con la mano estirada”, sisea y ella se la arranca de las manos. “Sólo me hizo gracia la manera en que hablaste”, se lleva la rosa a la nariz y la huele fascinada. “Está linda, gracias”, agrega. Se para de puntitas y le deja un beso en la mejilla, casi en la barbilla porque es pequeña para Jack. Zeus ve todo de lejos porque prefirió darles privacidad. No es lógico, pero, aunque le interese mucho Luna, él no va a interferir con ese plan medio loco de su amigo en conquistarla. Al menos tuvo un detalle lindo después de que la chica lloró tanto por su madre, y también la hizo reír. Caminan al auto, se suben y mientras Luna va concentrada en su rosa, los hombres van sumidos en sus pensamientos, hasta que un leve quejido de Luna los distrae. “¿Qué te pasó?”, le pregunta Jack preocupado. “Sólo me pinché, a la rosa le quedaba una espina”, ella muestra su dedo y Jack, quién sabe por qué, se lleva el dedo a la boca. Luna se queda con la quijada casi por el suelo y Zeus abre mucho los ojos. Eso es demasiado impropio de su amigo, a quien no le agrada el contacto humano, pero tal parece que el acercamiento con la chica no le desagrada tanto. “¿Te duele?”, le pregunta con esos ojos intensos sobre ella y a Luna sólo se le escapa un susurro. “No…”, responde. Jack le quita la rosa, busca la espina y sus dedos la quita de allí, luego la revisa con mucho cuidado y se asegura de que no le quede ninguna. “Listo, ya no hay más”, dice Jack. “Gracias”, Luna la recibe con una sonrisa y vuelve a olerla. Zeus vuelve a mirar por la ventana, sumergido en sus pensamientos, mientras Jack no le quita la vista de encima a Luna. De pronto, Zeus ve una heladería y propone una idea que, por supuesto a Luna le agrada, así que Jack sólo le gruñe al chofer que se dé la vuelta para llevar a la chica por un helado. Al entrar al lugar, la única que parece pertenecer allí es Luna, porque aquellos dos dioses desentonan en el ambiente sencillo del local, Luna busca una mesa alejada de las miradas, porque de pronto se siente muy observada y ella está acostumbrada a pasar desapercibida. Jack mueve la silla para que ella tome asiento y con ese porte de empresario le pregunta qué quiere. “Un cono de chocolate y frutos rojos”, y Jack se va a hacer el pedido, pero Zeus lo detiene. “¿A mí no me preguntarás qué quiero?”, pregunta con un puchero infantil. “¡¿Tengo cara de mesero?!”, le dice enojado y Luna ahoga la risa, para no ofenderlo otra vez. “Con ese carácter tan amable, imposible…”, responde con sarcasmo Zeus y se pone de pie. Zeus camina a la caja junto a Jack, Luna los ve hacer el pedido con una sonrisa y se siente agradecida por ese detalle que están teniendo de querer levantarle el ánimo. De pronto, sus dedos terminan en sus labios y los acaricia, sin dejar de pensar en el beso que Jack le dio esa mañana. Era un beso desesperado, pero que la hizo sentir bien y removió algo que los besos de Zeus no han logrado. Permanece en su mundo con una sonrisa, hasta que el comentario de una chica sentada frente a su mesa se la borra. “¿Podrías darme el número de alguno de tus amigos? Están muy guapos”, pregunta. Luna ve el descaro de la mujer y eso le saca algo que no sabía estaba escondido por allí. “¿Qué te hace pensar que yo haría eso?”, dice Luna. La chica frunce el ceño y Luna responde con un tono bastante molesto. “Jamás le daría el número de mis novios a otra mujer”, añade. La chica abre los ojos, se sonroja y mira a otro lado para que no se le note la vergüenza, mientras que Luna sólo quiere asesinarla con la mirada, hasta que entiende aquello que acaba de ocurrir y no puede creer lo que acaba de hacer, pero tampoco es que ellos se vayan a enterar. Unos minutos después los dos hombres llegan con ella, Jack le extiende su cono y ella se olvida lo ocurrido hace un momento. En cuanto lo prueba gime de gusto porque está delicioso, Zeus sonríe y Jack la mira complacido, al menos ha logrado distraerla de lo ocurrido. Hablan de varias cosas disfrutando de sus helados, a veces Luna se ríe y Jack siente que ese sonido se le vuelve cada vez una adicción, así que la bobería de la rosa bien podría repetirse un par de veces sólo para asegurarse de que la oirá reír. Los tres están pasando un momento agradable, hasta que la chica que le pidió los números de los hombres se pone de pie y le dice a Luna con cierta envidia. “Afortunada tú, que tienes dos novios y una no tiene nada”, la mujer sale de allí casi como ofendida, pero Luna no sabe dónde enterrarse. Los dos hombres la miran con sorpresa, ella se vuelve como un tomate y mira a otro lado para no tener que enfrentar sus miradas. Pero si ellos quieren decir algo, se lo callan muy bien, sin embargo, Zeus sonríe satisfecho porque al menos Luna sigue confundida y eso sigue siendo bueno, porque la balanza sigue estando nivelada. O al menos eso es lo que él cree. Luna quiere que se abra la tierra, se la trague y la escupa en cualquier parte del mundo, aunque por otra parte bien podría ir a buscar a la chica y darle un par de bofetadas por descarada. ‘¡Contrólate! Tú no eres así, ¿Qué te está pasando? ¿Se te está pegando lo posesiva y salvaje de Jack?’, la regaña su consciencia. Se arma de valor para enfrentar a los hombres, pero ellos parecen seguir inmersos en su conversación. Luna se termina su helado, se disculpa un momento y va al baño para mojarse la cara, porque en verdad necesita algo más frio que el helado para quitarse la vergüenza del rostro. Cuando sale, los dos se ponen de pie y caminan en silencio, cada uno al lado de ella. Por supuesto que al salir a la calle la gente los ve raro, como si todos creyeran que de verdad son sus novios o algo parecido, porque hermanos es imposible. “Yo me despido aquí. Nos vemos en casa”, dice Zeus. “¿En casa? Pero si yo entro en unas horas a mi turno”, dice Luna. “No, tengo la baja médica para que te quedes el resto de esta semana en casa, así que recibirás tu paga intacta, sólo quiero que te mejores”, le da un beso en la mejilla, casi en la comisura de los labios y Jack pone su cara de ogro enseguida. “Cuídala y no dudes en llamarme si pasa algo”, dice. Title: A Match Made in Heaven In "A Match Made in Heaven" by CrushReels, a spontaneous decision leads to an unexpected twist of fate. What begins as a flash marriage to a street vendor unravels into the revelation that he is, in fact, a billionaire CEO. The story follows a wealthy heiress who finds herself lost and betrayed by those closest to her, navigating through deceit and the dark intentions of others. As she grapples with the aftermath of betrayal by her boyfriend and the unsettling proposition from her foster parents to be sold off to an older man, our protagonist faces challenges that test her resilience and character. Amidst the chaos of her circumstances, she discovers an unlikely connection with the street vendor turned CEO, leading to a journey of self-discovery and unexpected romance. Set against the backdrop of modern romance, this ongoing tale delves into themes of trust, redemption, and the complexities of human relationships. "A Match Made in Heaven" stands out for its unique blend of serendipity and intrigue, offering readers a captivating narrative that defies conventional expectations. Experience the unfolding saga online at CrushReel and delve into a world where chance encounters pave the way for extraordinary love stories.