Capítulo 24: Gerry dejó escapar una risita. «Sabes que no me refería a eso». Aunque hacía unos momentos se había estado burlando de Caden, la idea de que Alicia y Caden tuvieran algún tipo de relación romántica le parecía absurda. La idea de dos personas que parecían chocar en todo momento, pero que compartían un tipo de tensión prohibida, era extrañamente divertida. ¿Quién no encontraría ese escenario entretenido? Pero Caden tenía un problema peculiar: le resultaba imposible desarrollar sentimientos por alguien que chocaba constantemente con él. En cuanto a Alicia, la idea de involucrarse con el hermano mayor de su ex marido estaba simplemente fuera de lugar. «Vamos a comer», decidió Gerry para cambiar la conversación. «No te encuentras muy bien, así que come algo y vete pronto a casa». Alicia asintió. Volvió a sacar el tema del asiento manchado. «Me llevaré el coche y haré que te cambien todos los asientos», sugirió. Gerry, conocido por su meticulosa atención al detalle, normalmente no toleraba esas cosas. Sin embargo, acababa de empezar a colaborar con Alicia y estaba realmente impresionado por la canción que había grabado esa noche. La mancha no le molestó. «No es para tanto. Haré que alguien se encargue más tarde». Alicia no lo dejó pasar. «Eso no está bien, Sr. Tengo que compensarle como es debido». Viendo su determinación, Gerry finalmente cedió. «Muy bien, le descontaré el costo de su pago. ¿Le parece bien?» Alicia aceptó sin vacilar. «Me parece bien». Con eso resuelto, Alicia dirigió su atención a Caden. «¿Cuánto te debo por la chaqueta?». Caden no mostró ningún cambio de expresión. «Es una edición limitada. No puedes ponerle precio. Considéralo un favor». Alicia se sintió inmediatamente incómoda. «Prefiero devolvértelo. Es mejor arreglar las cosas de inmediato». Caden la miró directamente. «Si lo desglosamos, en realidad no hay una forma exacta de calcularlo». Ella abrió los ojos, sorprendida. Lo miró fijamente, repitiendo los acontecimientos en su cabeza. Ya le había pagado por ayudarla con los efectos de la droga, por pedirle prestada su chaqueta dos veces y por el beso en el coche. Todo estaba arreglado. Alicia abrió la boca para responder, pero Caden se anticipó y la cortó. «No se pueden arreglar tan fácilmente». Alicia se quedó sin palabras. Desde el principio, ella había tomado la decisión de empujarse sobre él, y pagarle era algo que había decidido por su cuenta. Si Caden realmente quería desafiarla, ella no sería capaz de rebatirle. Sintiéndose insegura, Alicia abandonó la conversación y se concentró en su comida. Gerry ladeó la cabeza, mirándolos atentamente. «¿Qué se supone que significa eso? ¿A qué clase de juegos estáis jugando?». Caden dio una breve respuesta. «Sólo come tu comida». A veces, su estado de ánimo era impredecible. Cuando su comportamiento se volvía frío, se volvía difícil acercarse a él. Sintiendo el cambio, Gerry decidió dejar de lado su curiosidad y le dijo en voz baja a Alicia: «No le hagas caso. Sólo se está portando mal. ¿A quién le importa un abrigo de edición limitada? Tiene más dinero del que sabe qué hacer con él. Perder una chaqueta no significa nada». Alicia respondió con una sonrisa cortés. Gerry le hizo un gesto para que se acercara. «Oye, ven aquí. Tengo un cotilleo jugoso sobre él». Caden miró en su dirección, mostrando poco interés. Alicia se inclinó hacia ellos, ansiosa por escuchar el cotilleo. ¿Quién no querría oír algunos secretos sobre Caden? Gerry bajó la voz lo suficiente para que Alicia lo oyera. «Le gustan las mujeres casadas». Se aseguró de que Caden pudiera oírlo. Alicia abrió los ojos sorprendida. «¿En serio?» Alicia nunca esperó que Caden se sintiera atraído por las mujeres casadas. Ella no pudo evitar mirar en su dirección. Su rostro osciló entre el asco y la simpatía. Un momento más tarde, algo de repente hizo clic, y su expresión se congeló. Recordó aquella vez en la oficina de Caden. Él había hecho un comentario sobre que le gustaban las cuñadas que estaban casadas. Caden se mofó: «Venga, ríete. ¿Por qué no te ríes?». Alicia bajó la mirada y siguió comiendo en silencio. Una vez terminada la comida, Gerry dispuso que alguien se ocupara de su Rolls-Royce. Tenía un asunto urgente y necesitaba marcharse. Antes de partir, le dijo a Caden: «Podéis discutir, pero es tarde. Asegúrate de que Alicia llegue bien a casa. No es seguro que esté sola a estas horas». Caden no contestó, pero cuando Gerry se fue, pidió un taxi. Alicia acababa de acomodarse en el taxi cuando sonó su teléfono. El número era local pero desconocido. Por costumbre, contestó: «¿Diga?». Para su sorpresa, sonó la voz de Joshua. «Mi padre está grave y lo acaban de llevar a la unidad de cuidados intensivos». Alicia se quedó paralizada un segundo, volviendo instintivamente los ojos hacia Caden, que estaba sentado a su lado. Caden permaneció impasible. Sin terminar la llamada, Alicia preguntó: «¿Y qué esperas de mí?». La voz de Joshua sonaba cansada. «Alicia, puede que hayamos tenido nuestras diferencias, pero una vez estuvimos muy unidos. ¿Puedes venir a ver a mi padre por última vez mañana?». Alicia no respondió inmediatamente. Comprendió que Joshua intentaba manipularla para que actuara. Quería que Jerald creyera que era un hijo devoto hasta el final. Después de un momento, Alicia respondió fríamente: «Es inútil». Joshua parecía preparado para su respuesta. «Insiste en verte. Si la gente empieza a hablar porque no has aparecido, y su estado empeora, no estoy seguro de que seas capaz de soportar esa culpa. Alicia dejó escapar una risa fría. «¿Así que ahora me lo echas todo a mí, Joshua?».