---- Capítulo 6 Javier vigilaba día y noche aquella mancha de sangre ya seca en el bosque, sin permitir que nadie se acercara. Cuando el patrullero le informó por sexta vez que no había rastro ni de Zulema ni de los forasteros que la acompafiaban, él solo permaneció agachado frente a la sangre, conlos ojos enrojecidos, sin decir palabra alguna. Elizabeth no pudo seguir mirando más. Ayudó a levantarse a María y la Ilevó hasta su lado. -iJavier, écuánto tiempo más vas a quedarte aquí?! j María lleva en su vientre a tu hijo! iVas a seguir ignorándola... ignorándonos? Su voz era tan aguda como siempre, y para Javier, resultaba insoportable. éY Zulema? iTambién se sintió herida y triste cuando fue atacada con esa misma voz? Javier contuvo la furia que hervía en su pecho, y con frialdad respondió: - No te metas. Voy a esperarla... hasta que vuelva. ---- María, que estaba junto a él, miró la mancha de sangre. Por un segundo, una chispa de alegría cruzó por su rostro. Pero solo fue un instante. Luego fingió pesar, y se apoyó débilmente en el hombro de Javier: -TJavier... tú lo sabes. Zulema... ella no va a regresar. Perdió demasiada sangre... quizá ya... -iCállate! Javier gritó con furia, empujándola con fuerza. -iZulema no está muerta! jYo lo siento! jLa voy a esperar, por siempre! María cayó al suelo temblando de miedo, pero Elizabeth no hizo más que echarle más lefia al fuego: -iQué es lo que sientes tú?! iTu marca es con María, no con ella! jNo tienen conexión mental! -iLo que debes hacer ahora es olvidar a esa muerta y cuidar a tu Luna y a tu madre! La mirada de Javier se volvió cada vez más fría con cada palabra. Recordó el rostro pálido de Zulema cuando se fue. Recordó sus ojos decididos mientras le daba su sangre a ---- María. Él le había pedido que descansara antes de salir de nuevo ... pero fue su madre, fue Elizabeth... quien la forzó una y otra vez. Giró lentamente la cabeza, sus ojos rojos ardiendo en furia. -éPuedes repetir eso? Elizabeth alzó la voz, chillando: - iAcaso estoy mintiendo? jEsa muerta nunca fue digna de ti! jahora que está muerta, María puede ser tu Luna legítima...! Pero su voz se cortó en seco. Javier, en un arrebato de furia, la había sujetado por el cuello. No pudo emitir ni una sílaba más. Solo quedó el pánico reflejado en sus ojos abiertos de par enpar. -iDije que Zulema no está muerta! Sus dedos apretaron aún más. - No creas que no lo sé. Nunca te gustó Zulema. La obligaste a donar sangre para María. Luego la mandaste ---- a cazar al jabalí... 'Todo fue tu culpa! jSi murió, tá pagarás por ella! Los demás lobos miraban atónitos, sin atreverse a intervenir ante el Javier desquiciado. No fue hasta que Elizabeth ya casi se desmayaba, que él aflojó un poco la presión. María aprovechó para acercarse, y fingiendo ternura, tomó la mano de Javier. -TJavier, por favor... cálmate. Es tu madre... Pero él no apartó la vista de su mano. Su expresión se tornó aún más sombria. - Abh... duele... María fingió dolor y retiró la mano, pero Javier la sujetó bruscamente y arrancó la venda de su palma. La herida que el lobezno le había hecho ya estaba curada desde hace tiempo. La nueva herida infectada, sangrante, claramente había sido provocada por ella misma, escarbando con las ufias. -iMe mentiste! La voz de Javier temblaba de rabia. ---- -iTodo esto fue para que yo odiara a Zulema! jTe atreviste a usar cualquier truco! Furioso, la agarró del cuello y la lanzó contra el tronco de un árbol. María gritó de dolor. Sintió un líquido tibio entre las piernas. -iJavier, no... nuestro hijo... el bebé...! Pero Javier solo sintió asco. Ellas. Fueron ellas quienes lo empujaron a destruir a la mujer que había amado por cinco afios. -Lárguense. Su voz era tan fría que no contenía ni una chispa de emoción. - PLas dos. Fuera de mi manada. Y no se atrevan a volver jamás. Elizabeth chillaba, resistiéndose, pero fue arrastrada a la fuerza por los guardianes de Javier. -iNo puedes hacer esto! jJavier, 1levo a tu hijo! édLo olvidaste?! jEs tu heredero! María lloraba mientras se aferraba a su pierna, pero ---- Javier le respondió con una patada Ilena de repulsión: -éTu hijo? Desde el momento en que manipulaste a Zulema, dejó de ser mi heredero. Los guardianes arrojaron a Elizabeth y María fuera de los límites del territorio. Despeinadas, sucias, cubiertas de lágrimas. Alolejos, los aullidos de los lobos resonaban en la oscuridad. Pronto, sus gritos de auxilio se desvanecieron en el viento. Javier no sintió nada. Solo miró el horizonte, y en su corazón solo quedaba la silueta de la Zulema que había perdido. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!