---- Capítulo 9 No podía evitarlo. Me vi arrastrada con él, observando cómo Eliseo aceleraba sin control, conduciendo como si estuviera huyendo de algo. Las Ilantas casi echaban chispas, y no se detuvo ni cuando chocó contra la barrera de entrada de la comisaria. -iEliseo, qué rayos! -gritó el jefe de seguridad, corriendo tras él--. z No deberías estar en tu boda? Pero Eliseo ni siquiera lo escuchó. Su único destino era el laboratorio. Dentro, Gerardo estaba observando mi cadáver. Su expresión era de incertidumbre, casi de arrepentimiento. -bDiana García... cinco ahos ---murmuró-. Cinco afios muerta. Cinco afios en los que nadie me buscó. Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe. Eliseo entró tambaleándose, como si hubiera olvidado cómo caminar. Gerardo apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que Eliseo lo agarrara por el cuello de su bata, desesperado. -iEl embrión! -gritó, con el pánico en su voz-. ;Dónde está el embrión? Gerardo lo observó en silencio durante unos segundos eternos. Finalmente, soltó un pesado suspiro. -Eliseo... tá mismo lo Ilevaste al laboratorio para hacerle las pruebas. ;Lo has olvidado? De repente, la fuerza abandonó a Eliseo. Sus manos soltaron la bata de Gerardo, y é| cayó al suelo como si algo lo hubiera roto por ---- dentro. -zCómo... cómo pudo pasar esto? -susurró. i2Cómo? Levantó la vista hacia mi cadáver, mis restos secos y en ruinas, mientras su mirada se Ilenaba de desesperación, -Diana... 4por qué estás muerta? éPor qué? iDe verdad te preguntas eso? ;Por qué no le preguntas a tu " inocente" amante? Una risa amarga y cruel me recorrió el cuerpo. Qué irónico. Eliseo, ;ahora te duele? Mi muerte debería haber sido tu pase libre, la oportunidad para vivir feliz con Dominga. zPor qué no sonríes? éPor qué lloras? Pareces un sapo arrugado, patético. -Gerardo... -Eliseo levantó la cabeza de nuevo, con los ojos llenos de una tristeza infinita, como un perro abandonado-. Ese... ese era mi hijo. El hijo de Diana y mío. Ella tenía dificultades para quedar embarazada. Y ni siquiera tuve tiempo de saberlo antes de que muriera... Qué asco me das. Primero me acusaste de traición sin pruebas, me condenaste sin escucharme... 4y ahora vienes a Ilorar? jEliseo, eres despreciable! Gerardo colgó el teléfono con una expresión tensa. Suspiró antes de hablar: -Eliseo, hemos Ilegado al final. Lo mínimo que puedes hacer es ---- darle justícia -Los de rastreo encontraron su coche... el que fue destruido. Estaba en el acantilado, cerca del sótano donde la hallaron. AAntes de que Eliseo pudiera reaccionar, alguien irrumpió en la sala con furia descontrolada. -iEliseo, maldito cobarde! -Yago entró como una tormenta, con Una vara en la mano, amenazante. Gerardo se interpuso rápidamente. -iEste es un recinto polícial, Yago! -iMe da igual! -gritó, completamente fuera de sí-. Hoy mismo le rompo las piernas a este miserable! Pero Eliseo... sonrió. -Tienes razón. No hay nada que puedas decir que no sea cierto. - Se tambaleó al levantarse, lágrimas cayendo de sus ojos. Se rió con amargura-. Soy la peor basura que existe en este mundo. Hizo una pausa, su mirada perdida. -Pero antes de meterme en el contenedor... aún tengo que hacer algo. Yago lo miró con desconcierto, sin entender la transformación. Fue entonces cuando Dominga y José entraron, ambos agitados. -iEliseo! -gritó José, enfurecido-. jHoy mismo me das una explicación o te denunciaré ante tus superiores! Pero Eliseo no le prestó atención. Pasó junto a él sin una palabra, su mirada se fijó directamente en Dominga, que estaba parada detrás, con el rostro tenso. ---- Sus ojos la delataron.
