---- Capítulo 6 Sebastián cogió el acuerdo de divorcio y lo revisó con rapidez, asegurándose de que era legítimo y formal. Su rostro se puso morado de rabia. -éDivorcio? jPues adelante! Marisela, nunca debí casarme contigo. Firmó el acuerdo con furia, sin vacilar dos veces. Guardé los papeles del divorcio y, sin mirarlo siquiera, -Tle dije: - Mafiana a las nueve y media de la mafiana vamos a tramitar el divorcio. Pero é] actuó como si no hubiera escuchado. En su lugar, se volteó hacia Valeria y le dijo: - No te preocupes por eso, Vale. Vamos a Ilevar a Milo al veterinario. Todo va a estar bien. Valeria le sonrió con agrado y me lanzó una mirada llena de triunfo, como si acabara de ganar algún premio, yo solo podía sentir una profunda tristeza por ella, y por él. Sin prestarle más atención, me di la vuelta y cerré la puerta detrás de mí. Pero al hacerlo, no pude evitar pensar en mi suegra. Esa mujer tan buena y generosa ya ---- no estaba, y su hijo se preocupaba más por un simple gato que por ella. Sentí una mezcla de tristeza y rabia. Pero al final sentí también mucho alivió por cumplir los sus últimos deseos. Por la tarde, recogí los documentos necesarios para cancelar el registro del hospital de mi suegra. Mientras caminaba hacia la oficina, me encontré con Sebastián y Valeria. Sebastián, al verme, soltó la mano de Valeria con rapidez. Como siempre, optó por atacar primero. -éMe estás siguiendo acaso Marisela? -me preguntó despectivo, cruzando los brazos con una expresión desafiante. Lo ignoré y seguí caminando. Sebastián, molesto por haber sido ignorado delante de Valeria, me alcanzó en unos cuantos pasos y me sujetó del brazo. - Te estoy hablando. éNo me oíste pues? Intenté liberarme, pero en el forcejeo dejé caer los documentos al suelo. Sebastián vio las palabras Certificado de defunción y se inclinó apresurado para recogerlos. Al leer el nombre en el certificado, sus pupilas se dilataron de golpe. Parecía no poder creer lo que veía. Lo ---- negó, como si así pudiera revertir la realidad. - No... Esto no puede ser verdad. Tiene que ser falso. Me miró con desesperación. -Marisela, dime que esto es mentira. Mi mamá no puede estar muerta. Finalmente, 1legó el momento que temía. Pero en lugar de sentir dolor por su terrible angustia, me invadió una amarga decepción. -Sebastián, Ya es hora de que despiertes. Aquella noche, cuando te Ilamé y te fui a buscar desesperada para que vinieras al hospital, équé estabas haciendo? Estabas ocupadísimo. Y mientras yo organizaba el funeral de tu madre, édónde estabas tú? En un concierto, disfrutando con su amada Valeria y su simple gato. Hay cosas que no se pueden revertir. Mis palabras lo hicieron tambalearse, pero antes de que pudiera reaccionar, Valeria intervino de repente: -Marisela, esto no es culpa de Basti. Él jamás habría querido que algo le pasaras su madre. Sebastián, con los ojos rojos de rabia, encontró la forma de culparme a mí. ---- - Si no hubieras insistido tanto con tus Ilamadas, no habría apagado el celular y habría estado allí en ese momento para despedirme de mi mamá. Incluso en ese instante, seguía sin asumir ninguna responsabilidad, como si todo en realidad fuera culpa mia. -A quién se suponía que debía llamar? -le pregunté, furiosa-. jTe lo dije! jTe avisé que tu madre estaba al borde de la muerte, pero tú preferiste creer simplemente en las palabras de Valeria! jPor tu culpa está muerta! Tomé aire y continué: - Si hubieras venido conmigo al hospital, tu madre aún seguiría viva. Pero no, preferiste quedarte cocinando para un pendejo gato. Y cuando ella murió, édónde estabas? Disfrutando de un concierto. jY luego tuviste el descaro de romper su urna funeraria! No sé qué más decir, eres un verdadero asco. Sebastián seguía en estado de negación. Con manos temblorosas, sacó su celular y marcó rápidamente. -Javier, Marisela me está diciendo que mi mamá ha muerto. Dime que no es cierto, por favor. Del otro lado de la línea, Javier suspiró con pesar. ---- - Sebastián... Esa noche, la sefiora realmente tuvo un infarto muy grave. Te llamé varias veces, pero tenías el teléfono apagado. Estos días tampoco te apareciste en el hospital. Hubo una breve pausa, luego Javier afiadió contristeza: - Si hubieras venido a tiempo para operarla, tal vez las cosas habrían sido diferentes. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!
