Capítulo 41: Laura levantó la mano y le acarició el pelo a Khloe, con una pequeña sonrisa de alivio en el rostro. —Khloe, confío en ti. Pero el camino que tienes por delante no será fácil. Tienes que ser cautelosa. Khloe se mordió el labio, con la mirada firme y resuelta. Asintió con firmeza. —Mamá, confía en mí. Ya verás cómo caen. Mientras tanto, sigue fingiendo estar inconsciente. Si necesitas algo o tienes que salir, ponte en contacto con las personas que te he asignado. Me temo que Joshua podría llegar a intentar hacerte daño. —De acuerdo, haré lo que me digas. Ve y ocúpate de lo que tengas que hacer. Estoy aquí para lo que necesites —asintió Laura. Tras una breve pausa, Khloe añadió: —Mamá, voy a necesitar tu ayuda con algo. Estoy pensando en volver a la universidad para mis clases… Una hora más tarde, Khloe salió de la sala. Su rostro estaba tranquilo e impasible, sin mostrar ni una pizca de las emociones que acababa de sentir. Se subió al coche y le indicó al conductor que se dirigiera a la oficina de Tess. En cuanto entró en la oficina, Tess la saludó calurosamente. «Ya estás aquí. Siéntate». Khloe asintió educadamente, con el rostro sereno y firme. Con una cálida sonrisa, Tess sirvió una taza de café y se la pasó a Khloe. Luego, abrió un cajón del escritorio, sacó un montón de fotos y las puso sobre la mesa frente a Khloe. «Echa un vistazo». Los ojos de Khloe se posaron en las fotos y, para su sorpresa, mostraban a Eric arrinconándola contra la pared del hospital, capturando la comprometedora escena con todo detalle. Khloe miró las fotos que estaban sobre la mesa, sin inmutarse en absoluto. Levantó la mirada para encontrarse con la de Tess, con voz tranquila y despreocupada. «¿Estas fotos son de los paparazzi?». Un destello de sorpresa brilló en los ojos de Tess; no esperaba que Khloe fuera tan directa y perceptiva. Asintió, con un toque de vacilación en su respuesta. Como ya anuncié vuestra colaboración con Starshine Entertainment, los paparazzi no tardaron en seguirme. En cuanto tomaron estas fotos, vinieron directamente a mí para cobrar». Khloe se burló suavemente, con tono glacial. «No lo hagas. Deja que los paparazzi las publiquen. Alguien más se hará cargo del coste». Las palabras cogieron a Tess desprevenida, dejándola brevemente atónita. El enfoque de Khloe era el de una profesional experimentada, no el de una novata. Si alguien debía entrar en pánico por la publicación de estas fotos, era Sloane, que había conseguido bastantes tratos en la industria gracias a su condición de novia de Eric. En su día, Khloe y Eric habían sido la pareja perfecta, admirada por todos los que los rodeaban. Su reciente intento de reconectar claramente indicaba que no la había olvidado. La tranquila negativa de Khloe era natural, pero su compostura ante tal sorpresa, sin rastro de amargura o arrepentimiento, era impresionante, por decir algo. Tess solo había visto un control tan férreo en Henrik; era como si él y Khloe estuvieran hechos del mismo material. Tess sacó rápidamente una pila de papeles y se los entregó a Khloe. «Estos son los equipos de producción disponibles para colaborar. He incluido a todos los mejores del sector. Ahora que nuestro presupuesto ha aumentado, puedes elegir a quien quieras». Cuando se estrenó «Picos de la eternidad», el trabajo de Khloe había ganado importantes premios a nivel nacional e internacional, convirtiéndola en una leyenda de la noche a la mañana. Tess sabía que ahora tenían que apuntar a las estrellas; «Picos de la eternidad» tenía que ser nada menos que extraordinario, llevando adelante el éxito de la novela original. ¿Quién mejor que Khloe, la propia autora, para dar vida a estos queridos personajes una vez más? Khloe tomó los documentos y empezó a hojear las páginas. La cálida luz de la tarde entraba por la ventana, proyectando un suave resplandor sobre su piel. Su tez estaba tan suave y luminosa a la luz del sol que casi parecía irradiar calidez. Tess estaba tan embelesada que sintió la necesidad de capturar el momento en una foto. Como directora de una empresa de entretenimiento, había visto a su buena cantidad de bellezas, pero Khloe, con su sereno aplomo y su talento excepcional, era una joya poco común. No era de extrañar que Henrik, aun conociendo los problemas que la rodeaban, no pudiera resistirse a sentirse atraído por ella. De repente, Khloe hizo una pausa, con los dedos congelados en la última página de la pila de documentos. «Ninguno de estos servirá. Ni uno solo».