Capítulo 17: Un rubor de vergüenza tiñó las mejillas de Albin mientras se rascaba la cabeza, tratando de enmascarar su frustración. «Bueno, ya sabes cómo es. A veces las mujeres necesitan un momento para recomponerse. Lo intentaré una vez más». Pulsó el botón de llamada de nuevo, con un destello de esperanza en sus ojos, pero se encontró con el tono frío e impersonal de un mensaje pregrabado. «El número que ha marcado está ocupado en este momento…». Al darse cuenta de la gravedad de la situación, Albin dejó el teléfono con cuidado y retrocedió, poniendo cierta distancia entre él y Kristopher. Entonces quedó claro: Carrie había bloqueado el número de Kristopher. Kristopher, con el ceño fruncido y los ojos afilados con una mirada penetrante, miró fijamente el teléfono ahora silencioso sobre la mesa. Su expresión era una mezcla de traición y rabia contenida. El animado ambiente de la fiesta de Kristopher se hizo añicos cuando el mensajero llegó con unos inesperados papeles de divorcio. Kristopher acababa de acompañar a Lise de vuelta a su residencia, y la noche había caído por completo. Oliver, sentado en el asiento del copiloto, se giró hacia Kristopher con una mirada preocupada y le preguntó: «Sr. Norris, ¿adónde le llevo esta noche?». Al principio, los pensamientos de Kristopher se desviaron hacia Bayview Villa, pero el recuerdo de Carrie le hizo torcer el gesto. Ordenó con tono gélido: «Vaya a la mansión Norris». Oliver asintió con la cabeza, y entre ambos se produjo un entendimiento tácito. El conductor ajustó rápidamente la ruta y los condujo hacia las grandes puertas de la mansión Norris. Al día siguiente, al amanecer, Oliver y el chófer estaban en la mansión, listos para acompañar a Kristopher una vez más. Sentado cómodamente pero pensativo en el asiento trasero, Kristopher escuchó a Oliver enumerar los planes para el día, con su voz como un ritmo relajante en la quietud del coche. A mitad de camino, las palabras de Oliver vacilaron, su reticencia fue palpable en el repentino silencio que siguió, captando la atención de Kristopher. «¿Hay algo que no me estás contando?». La voz de Oliver vaciló mientras murmuraba: «Sr. Norris, un asunto urgente en Isonridge mañana requiere su firma en un contrato crucial». Alzando una ceja, Kristopher parecía desconcertado. «Es solo un viaje corto. Coge algo de ropa. ¿Cuál es el problema?». Con un suspiro de desgana, Oliver explicó con cautela: «La señora Norris siempre se ha encargado de tu ropa. Incluso se ocupaba de tus preparativos de viaje». Oliver, junto con otros asistentes, había intentado ocupar su lugar en ocasiones, pero sus esfuerzos palidecían en comparación con los meticulosos arreglos de Carrie, un estándar al que Kristopher se había acostumbrado. Al oír esto, una sombra de descontento cruzó el rostro de Kristopher. Oliver vaciló un momento antes de aventurarse: «¿Debería pedirle a la Sra. Norris que vuelva y ayude?».