---- Capítulo 5 Pude sentir en ese momento la temperatura del hombre, quien se estaba acercando aún más, el pánico me invadió por completo, y elevé la voz con fuerza suplicando: - iNo, por favor! No puedes hacerme esto. Mi novio no telo perdonará. Intenté forcejear, pero el hombre era tan fuerte, sujetaba mis piernas con firmeza, mientras decía frases que yo no entendía: - Ya que estás en el estanque, épara qué hacerte la inocente ahora? Compórtate muy bien, te daré una buena propina cuando termine. Luego bajó su cabeza sobre mi cuello, me resistía con todas mis fuerzas y mi mente empezó a aclararse poco a poco. "Me guardé para que mi primera vez fuera con Javier, no podía perder mi virginidad con otro," pensé. Pero el hombre me mantenía sujeta con tanta fuerza que no podía soltarme de ninguna manera. Me sentí completamente desesperada, y mi mente luchaba por encontrar una salida. ---- De inmediato calculé en mi mente, "si grito pidiendo ayuda, sin duda alguna Ilamaré la atención de otros, pero luego no podría explicar nada de lo sucedido." Decidí mantenerlo calmado, hacerle creer que le cooperaría en un lugar más discreto. Mi única estrategia sería desviar toda su atención y encontrar el momento preciso para escapar. De repente, el hombre respiró profundo y enderezó su cuerpo. Solté un gemido ahogado, desprevenida, mientras en mi interior sonaba una alarma de emergencia. "jSi no lo detenía en ese mismo instante, sería entonces demasiado tarde!", pensé. Con todas mis fuerzas, me eché hacia atrás. El hombre falló en su intento y estaba a punto de enfurecerse. Lo intenté tranquilizar, dije de manera apresurada: -Hace mucho friío aquí, Ilévame a un lugar más calentito. Además, acabo de salir del estanque de peces y ni siquiera me he bafiado. Si no me bahio muy bien, podría contagiarte algo y enfermarte. Por desgracia, el hombre leyó mi mente con un rápido vistazo, me apretó mis piernas de nuevo para ---- inmovilizarme. Luego dijo: - Si tienes frío, podemos calentarnos con un poco de ejercicio. No te preocupes, te puedo ayudar. Con eso, alzó mis piernas sobre sus hombros, revelando mi parte íntima, y bajó su cabeza entre mis piernas. Me desmoroné por completo, y las lágrimas brotaron sin control alguno. Justo en ese momento, un camarero se me acercó desde lejos, apuntándonos sigiloso con una linterna. El hombre detuvo sus movimientos y me soltó. El pánico se apoderó de mí; temía ser reconocida, así que asustada me acurruqué para cubrirme. Sin mirar, el camarero se dirigió directo al hombre y, con cortesía, sacó una máquina para pasar tarjetas y, dijo: - Sefior, los servicios de serenitas requieren registrar la tarjeta. No está permitido entrar sin autorización. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!