---- Capítulo 4 Agusto despertó con resaca. Se frotó las sienes doloridas. La noche anterior había bebido para ahogar sus penas, pero solo conseguía ver mi rostro frío en su mente. No encontró su teléfono, así que usó el de un amigo para llamarme solo para descubrir que ya lo había apagado. Una sensación de pánico como nunca antes lo invadió. Se apresuró a regresar a casa. En el camino, mi imagen no dejaba de perseguirlo. iCómo era posible que yo, que antes lo complacía en todo, ahora fuera tan implacable? Al llegar, comenzó a preparar una escena de disculpas: Flores. Filetes. Joyas. Lo preparó todo con esmero, esperando ablandar mi corazón. Pero cuando miró alrededor, por primera vez vio realmente la decadencia de ese hogar. Los muebles de segunda mano, descascarados. La pintura de las paredes, cayéndose a pedazos. ---- En el balcón, la ropa para el bebé manchado meciéndose eneel viento. Nunca le había prestado atención. Ahora, el dolor lo atravesó como un cuchillo. Por primera vez, se dio cuenta de lo profundo que habían sido su negligencia y el dafio que me había causado. Recordó lo difícil que fue para mí durante el embarazo: no solo tuve que soportar las molestias propias de la gestación, sino que también seguí cuidando de la casa. Yél, bajo la influencia de Inés, había dudado de mi lealtad e incluso me había dirigido palabras crueles. Recordó cómo yacía en la cama del hospital, con el rostro pálido. Y cómo, por unas simples palabras de Inés, había elegido creerle a ella, permitiendo que esos individuos me humillaran. Recordó la mirada de decepción persistente en mis ojos cuando le dije que quería terminar. En ese momento, había creído ciegamente las palabras de Inés. Sin imaginar que, en realidad, yo ya había perdido toda esperanza. ---- Agusto se cubrió el rostro con las manos, consumido por el remordimiento. iCómo había permitido que Inés lo manipulara hasta destruir lo que más amaba? En ese momento, el timbre sonó. Agusto saltó, esperando que fuera yo. Pero era Inés. - Agusto, épor qué no contestas? jEstoy preocupada! Intentó abrazarlo, pero él la rechazó con frialdad. -éQué haces aquíi? Inés vio las decoraciones y su expresión se distorsionó: -éQué es esto? áPara ella? jNo se merece nada! Agusto sintió náuseas ante su patetismo. -Vete. -iNo! -gritó Inés- jCelia solo quiere tu dinero! ;Por qué la tratas mejor que a mí? Intentó agarrar el collar de diamantes. Agusto se lo arrebató: ---- -iNo toques lo que no es tuyo! Tnés palideció. Nunca la había tratado así. -éMe gritas por ella? -iNo vuelvas a interferir entre Celia y yo! -rugió Agusto, tomando las llaves del coche. Condujo como un poseído hacia el hospital. Al llegar, solo vio una luz roja encendida: "ENCIRUGÍA". -iDónde está Celia? - preguntó a una enfermera. -Salió después de su aborto. Aborto. La palabra lo golpeó como un martillo. No podía creer que Celia hubiera sido tan despiadada como para abandonarlo a é1 y a su hijo, y someterse sola a un aborto en el hospital. Celia, que lo amaba tanto, que había esperado con tanta ilusión la Ilegada de ese bebé. ;Cómo había podido hacer algo así? Conlas manos temblorosas, Agusto sacó su teléfono ---- para llamarme otra vez. iMi número estaba en su lista de bloqueados! Lo desbloqueó y vio decenas de 1Ilamadas perdidas. Cada una era un grito de auxilio que él ignoró. Entonces encontró una grabación. Esa había sido mi última llamada. En aquel momento, Agusto estaba bebiendo con Inés y los demás, y su teléfono ya Ilevaba tiempo perdido. Ahora comprendía que debió ser entonces cuando Inés se apropió de su móvil. Con dedos que le temblaban incontrolablemente, Agusto reprodujo aquella grabación. Mi voz surgió de los altavoces, cargada de una desesperación y una pena infinitas: -Agusto, tengo algo que preguntarte... Tú... Interrumpida por Inés: -RiEse bebé es una carga! jVete de una vez! Luego, las burlas de Inés y mis sollozos entrecortados se entremezclaron en la grabación, creando una escena ---- desgarradora. Agusto escuchó la grabación y quedó paralizado. No podía creer que Inés lo hubiera cegado hasta el punto de hacerle cometer semejante crueldad contra mí. Recordó todo lo que yo había hecho por él, todo el amor que le había dado, todas mis sacrificios. éY así era como me pagaba? Un remordimiento abrumador lo invadió. Tanto era su arrepentimiento que le vinieron ganas de darse varias bofetadas con todas sus fuerzas. -iCelia, perdóname! -imploró- jPodemos tener otro bebé! Pero las Ilamadas ya no Ilegaban a ningún lado. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!