---- Capítulo 8 Desde que Damián desapareció de mi vida, todo había ido a la perfección. No solo había recuperado mis antiguos poderes y me había liberado de esa relación tóxica, sino que además mi carrera florecía más allá de mis suefios más ambiciosos. TIncontables lobos se me acercaban, tanteando el terreno, con la esperanza de convertirse en mi compafiero. Yo mantenía una política clara: no alentaba ni rechazaba de forma tajante. Como líder de toda nuestra raza, era natural tener admiradores. áPero un compafiero? iDe qué servía eso? Nada era más importante que ser una excelente líder para mi manada. Los hombres-lobo y los vampiros habían sido enemigos mortales durante siglos. Durante afios, los vampiros se habían dedicado a reconstruir sus fuerzas en silencio, esperando el momento justo para eliminarnos por completo. ---- Gracias a nuestra superioridad física, los vampiros normalmente evitaban el enfrentamiento directo. Jamás imaginé que serían tan audaces como para atacarme personalmente. Pero en cuestión de segundos, me encontré completamente rodeada. Esas criaturas pálidas y colmilludas me rodeaban como buitres. Instintivamente me transformé en mi forma de loba, esperando intimidarlos. A nuestro alrededor ya se había desatado un campo de batalla bafiado en sangre. Incluso con mi fuerza considerable, no pude evitar herirme ante su ataque perfectamente coordinado. Las heridas provocaban un dolor abrasador que recorría todo mi sistema nervioso. Fue entonces que entendí: esos vampiros portaban armas capaces de matar verdaderamente a los hombres-lobo. De otro modo, con mi constitución, jamás habría sentido tal agonía. Mientras analizaba la situación, un vampiro oculto en las sombras lanzó un ataque furtivo desde atrás. En ese instante crucial, Damián surgió de una esquina y se interpuso entre el golpe letal y yo. ---- -iAria, aléjate de aquí! Observé, conmocionada, cómo una flecha de plata atravesaba directamente el corazón de Damián. El impacto lo lanzó hacia atrás y su cuerpo comenzó a desintegrarse en cenizas. Mis guardias personales no eran inútiles. Rápidamente retomaron el control, capturando a todos los asesinos restantes. Tras la batalla, miré a ese hombre por primera vez desde nuestra separación. -Aria, sé que me odias. Nuestro hijo también. No fui un buen esposo ni un padre digno. -Su voz se debilitaba con cada palabra. -Esto es lo último que puedo hacer por ti. Pronto moriré... Aquella noche, escuché tu oración a la Diosa Lunar. - No podías soportar la idea de convertir a los miembros vivos de la manada en muertos vivientes. Está bien. Me odias, y estoy por morir de todos modos. Estoy dispuesto a convertirme en un arma en tus manos, sin emociones, sin dolor. Solo una máquina de guerra que obedezca tus órdenes. Solo quiero quedarme a tu lado... Sus palabras evocaron un recuerdo del día en que Damián recuperó su libertad. ---- - Aria, por todo lo que fuimos, éno podrías darme una oportunidad para enmendar lo que hice? Miré a ese hombre, su cuerpo apestando a suciedady descomposición, y no pude evitar dar un paso atrás. -De verdad crees que eres digno de eso? - Mírate ahora. Ya no eres alfa, ni siquiera conservas la fuerza de un hombre-lobo común. Mientras tanto, yo soy la líder de toda nuestra especie. Tú y yo no pertenecemos al mismo mundo desde hace mucho tiempo. Damián apretó los pufios, queriendo rebatirme, pero comprendiendo que todo lo que decía era cierto. -Entonces dime dónde está enterrado nuestro hijo. Déjame cuidar su tumba, por favor. Solo dame una oportunidad para redimirme. Su tono era casi suplicante, pero yo no me conmoví. - Damián, éde verdad crees que nuestro hijo querría verte? -éRecuerdas qué estabas haciendo la última vez que te vio? iCuidar su tumba? No mereces ese honor. -Han pasado diez afios, pero yo no he olvidado el dolor ---- de aquel día. Y si el espíritu de nuestro hijo aún vive, tampoco él lo ha olvidado. Damián dejó caer los brazos a los costados. - -Pero... sin importar todo lo malo que haya hecho, jmi sangre fluye por sus venas! Aunque ustedes me odien, él sigue siendo mi hijo. jEso no cambia! -éQuieres saber cuáles fueron sus últimas palabras? - Pregunté con frialdad. - Dijo: "Mamá... duele..." El rostro de Damián se tornó completamente blanco, como si toda su sangre se hubiera desvanecido. Comenzó a golpearse la cabeza con los pufios una y otra Vvez. -iCómo pude ser tan estúpido? -kéDices que eres su padre? éY qué hacías cuando nuestro hijo moría? Estabas consolando a tu amante, preocupado por su otro hijo, jincluso dispuesto a amenazarme con la vida de nuestro pequefio! |Damián, no mereces llamarte padre! Abhora, al ver a ese hombre patético exhalar sus últimos alientos, aliento que había usado para salvarme la vida, no sentí nada más que vacío. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!