---- Capitulo 7 El territorio de la Manada Cazadora era hermoso, asi que decidi establecerme alli de forma permanente. Tramité los papeles de residencia y compré un pequefio chalet en una zona tranquila cerca del borde del bosque. Aunque era modesto en tamafio, resultaba acogedor y calido, perfecto para una vida solitaria sin sentirse sola. Las vigas de madera y la chimenea de piedra me recordaban la fortaleza y estabilidad que habia estado reconstruyendo en mi misma. Mis dias se volvieron simples pero satisfactorios, asi que para darle algo de vida a mi hogar, adopté dos cachorros como compaiiia. El primer cachorro era una mezcla de lobo gris con un ojo azul y otro marrén que tenia una fascinacién extrafia por la luna. Lo llamé Astro por la forma en que parecia adorar al astro. El segundo cachorro era mas pequefio y negro con patas blancas, y siempre enterraba mis cristales en el jardin, como si los plantara para que crecieran mds. Lo llamé Hoyo por su pasién de excavar por todas partes. -No vas a hacer crecer arboles de cristal, gordito -le habia dicho esa mafiana mientras desenterraba mi cuarzo rosa por tercera vez en la semana. El simplemente movié la cola, orgulloso de su trabajo. Su presencia transform mi vida silenciosa en algo mas alegre, y aunque sus juegos y aullidos nocturnos causaban pequefios desastres por la casa, su compaiifa llené un vacio que no sabia que existia. Lo que nunca esperé era que Bruno me encontrara alli, en ese santuario que habia creado. ---- Ese dia me habia inscrito en una escuela de vuelo local porque siempre habia amado el cielo, la libertad, la inmensidad, asi que me anoté para aprender a volar un helicdptero. El instructor me habia prometido vistas espectaculares de los Alpes suizos desde arriba. Al salir de casa con la bolsa al hombro, Bruno aparecié de repente y me cerré el paso. -iAmbar, realmente eres ti! -Su voz se quebré por la emocién al pronunciar mi nombre. A primera vista, apenas lo reconoci. En solo un mes habia perdido mucho peso y lucfa demacrado. La ropa que antes se ajustaba a su fuerte cuerpo ahora le colgaba suelta, y profundas ojeras marcaban su rostro. Esta sombra de hombre poco se parecia al Alfa poderoso que habia dejado atrds. Al verme, sus ojos apagados se iluminaron con una esperanza desesperada y se lanz6 hacia mi con los brazos extendidos, como un ndufrago que busca la orilla. Me aparté de su avance mientras mi corazén se aceleré. Su presencia despert6 todos los recuerdos: la ternura, la traicién, la cirugia. No. -dije, mi voz mas cortante de lo que pretendia Retrocedi varios pasos, manteniendo distancia entre nosotros, y todo mi cuerpo se tensé mientras lo observaba con cuidado. Astro y Hoyo, sintiendo mi angustia desde adentro de la casa, comenzaron a ladrar furiosamente en la ventana. =No te acerques. -le adverti, con una mano levantada como para bloquearlo. Bruno se detuvo en seco, el dolor atraveso su rostro y sus hombros ---- se hundieron, haciéndolo parecer més fragil. -Ambar, {qué hice mal? {Por qué me tratas asi? -suplicé, casi susurrando-. Todos estos afios juntos, y simplemente. desapareciste. Tomé una respiracién temblorosa antes de continuar. -Solo estuve fuera un dia por asuntos de la manada, y te fuiste sin dejar rastro, dejando papeles de divorcio. Ya no me amas? {Todo lo que teniamos no significa nada? Su voz sonaba herida, como si fuera victima de una injusticia, y sus manos temblaron mientras extendia los brazos hacia mi, deteniéndose cuando retrocedi. Parecfa que atin no tenia idea de que habia descubierto su aventura con Carmen, y esa revelacién me llené de amargura. -ZEn serio no sabes? -pregunté, sorprendida La expresién confundida de Bruno solo aliments mi enojo. Saqué mi celular y reproduje la grabacién de las palabras de Carmen de ese dia en el cuarto del hospital. La habia guardado como recordatorio, una proteccién contra momentos de debilidad cuando los recuerdos de buenos tiempos pudieran tentarme a volver. La voz presumida de Carmen llend el espacio entre nosotros. "gDe verdad crees que te ama? Todas las noches después de que te duermes, viene conmigo. Incluso cuando estaba embarazada, no me dejaba tranquila' Bruno abrié los ojos con horror mientras la grabacién continuaba. "Y ahora te cuento la verdad: ese dia del ataque de los lobos renegados, él no andaba patrullando la frontera como te dijo. Fue al