---- Capítulo 9 Poco después, recibí una Ilamada del Sr. Ibarra. Me invitaba a visitar el vifiedo que le había vendido, diciendo que allí me esperaba una sorpresa. Fui con gusto. Me recibió junto a su Lamborghini negro como el pecado, impecablemente vestido con uno de sus trajes a medida. Se veía sereno e indescifrable, como siempre. Me llevó a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, y justo cuando terminábamos la segunda copa de vino, deslizó una carpeta hacia mí. Era un contrato. - Me hice cargo de la red de drogas de tu ex -me dijo conla tranquilidad de quien ofrece un postre extra-. Resulta que fracasó como esposo, pero no como narco. Aquí tienes a todos sus clientes, incluyendo políticos, celebridades, influencers. Y esto -tocó la segunda página- es una lista completa de sus propiedades, cultivos y laboratorios clandestinos. Si te interesa... podrías empezar algo por tu cuenta. Lo miré, incrédula. - Sr. Ibarra... No tenías que hacer esto por mí. Ya has ---- hecho suficiente. Él sonrió, sin esfuerzo. --No, Olivia. No es suficiente. Sé que quizás dudes. Pero después de todo lo que te hizo, no hay nada de malo en quitarle hasta el último ladrillo de lo que construyó. Y si te sientes generosa, siempre puedes ofrecerle un trabajo limpiando bafos. Pasé las hojas lentamente. - Nunca me he metido en el negocio de las drogas -le dije con cautela. -Siempre hay una primera vez -guifió un ojo- . Confío enti, Srta. Ríos. Yluego, como un susurro escondido entre el borde de su copa, afiadió: - No te sientas culpable. Solo concéntrate en vivir mejor. Ya has pasado suficiente tiempo sobreviviendo. Algo se removió dentro de mí. Algo callado y profundo. Durante afios creí que la única persona capaz de hacerme sentir comprendida era Elías. Pero fue el Sr. Ibarra quien se asomó a mis grietas y me dijo: Tú mereces algo mejor. ---- Y tenía razón. Pasé afios resistiendo, perdonando, reduciéndome para que Elías pudiera sentirse más grande. Ahora, por fin, estaba lista para vivir. Esa misma noche, mientras probábamos el postre, su voz se tornó Brave, levemente rota. -Tuve una hermana - me confesó-.Se casó con un imbécil. Él la golpeaba. Nunca me lo dijo. Solo se tragó un frasco de pastillas y... se acabó. Le tomé la mano. - Sr. Ibarra... lo siento mucho. Sus ojos enrojecieron. La primera vez que su fachada perfecta se quebraba. - -Por eso te ayudé - me dijo- . Me recordabas a ella. Le sonreí con dulzura. - Donde sea que esté, estoy segura de que está orgullosa de ti. AAA Pasó un afio. ---- Volví al vifiedo para supervisar el embotellado, y ahí los vi, a Elías e Iván. Le había ofrecido a Elías un puesto de conserje después de que su mundo se vino abajo. Le ofrecí el sueldo mínimo. Sin prestaciones. Solo un trapeador y un balde. iPerdonarlo? Eso nunca fue parte del trato. Pasé caminando, sin mirarlos, hasta que Iván me llamó: -Mamá... Me detuve. Yluego me giré, con la voz temblando, aunque luchaba por mantenerla firme. -Tlván, tu madre era Lía. Tú la elegiste. Y ahora... está muerta. Él rompió a llorar. Pero no me volteé. Elías me observó en silencio. Dio un paso hacia mí, extendiendo la mano. - PoOlivia... écrees que aún podríamos...? - êAún qué? La voz del Sr. Ibarra cortó el aire como una navaja. Apareció a mi lado. ---- Elías se congeló. Lo miró como si estuviera viendo a su propio verdugo. Y yo... me moví sin pensarlo. Me coloqué entre ellos, protegiendo al Sr. Ibarra con el cuerpo. -éQué quieres, Elías? Ese solo gesto le dijo todo. Sus hombros cayeron. -Entonces es cierto. Ya no queda nada de nosotros. - Nos divorciamos hace un afio -le respondí con un suspiro cortante-. Claro que no queda nada. El Sr. Ibarra entrelazó sus dedos con los míos, firme y silencioso. -iNunca te entristeció cómo terminó lo nuestro? - insistió Elías, todavía aferrado a esa ilusión. -iTriste? -le pregunté con frialdad- . Lo triste no fue vernos así o divorciarnos. Lo verdaderamente triste fue haberme dejado tratar como basura durante afios. Pasé junto a él y junto a Iván, con la mano bien aferrada a la del Sr. Ibarra. Después de ese día, contratamos a un gerente para el vifiedo. Ni el Sr. Ibarra ni yo queríamos volver a ver a Elías jamás. AAA ---- Un mes más tarde, el Sr. Ibarra y yo nos mudamos a Italia. Él dirigía su imperio. Yo construía el mío. El día en que me pidió matrimonio, recibí un mensaje del gerente del vifiedo. Era una foto de Elías, fregando bafios, con lágrimas resbalando por el rostro. Iván, a su lado, también se veía lIlorando. Miré la foto. Sonreí. Yla borré sin pensarlo dos veces. Luego me giré hacia el Sr. Ibarra, lo abracé y apoyé la cabeza en su pecho. Mi verdadera vida empieza ahora. Yesta vez... nadie más va a escribirla por mí.