Capítulo 27: Es la mano de Theo. Una mano con una moneda. «Tómalo», murmura. Me muerdo para no sonreír. Le cojo la moneda y cierro los ojos mientras me doy la vuelta para mirar la fuente de agua. Por favor, sácanos a Sandra y a mí de este lío. Por favor, por favor, por favor. Por favor. Añado un «por favor» extra, como si eso cambiara algo, y tiro la moneda al agua. Hace un ruido de chapoteo a medida que se hunde. Theo y yo nos quedamos en silencio durante un par de momentos, hasta que oímos una voz detrás de nosotros. «Fratello», oigo una voz desconocida. Theo y yo nos damos la vuelta y vemos a un hombre muy parecido a Theo. «Ramos», grita Theo. «Qué sorpresa más desagradable». •Theo• «Ramos», le grito. «Qué sorpresa más desagradable». «Tío, no seas así». Sonríe, acercándose para darme un abrazo, pero yo retrocedo. «¿Quién coño fue tan tonto como para invitarte aquí?», le espeto. «¿Ahora llamas tonto a tu padre, Theo?», dice mi padre de la nada, lo que me hace apretar los puños. —Elisia, cariño, ¿nos dejas un momento? —El padre le sonríe, acercándose por detrás de Ramos. Cuando miro a Elisia, está ahí de pie, intercambiando miradas entre los tres. —Por supuesto… Elisia es mi prometida; puede quedarse aquí. —Intervengo. —Theo, está bien —susurra, tirando de mi brazo. —Quédate —murmuro, mirándola. Ella me mira a los ojos y algo brilla en los suyos, haciéndola quedarse. —Está bien. ¿Por dónde íbamos? —Padre finalmente habla después de un momento de silencio. —Lo invitaste aquí. ¿Por qué? —Aprieto la mandíbula. —Es tu hermano —intenta. —No me vengas con mierdas. —Theo, soy tu padre. Muéstrame respeto —gruñe. —Lo hice. Acepté este matrimonio por ti, ¿no? —digo. —Pero esto, te has pasado de la raya. —Tenía que pasar algún día. —Se defiende. Por supuesto. Nunca podrá aceptar su error. —¿En serio? —me burlo. —Este cabrón mató a mi madre. A tu mujer. —Theo… —Intentó violar a Isabella —afirmo, con voz lastimada. —¿Quién le hace eso a su puta hermana? Pude sentir cómo los ojos de Elisia se abrían de par en par mientras me clavaban la mirada. —Fue un error —suspira mi padre. —¿Elisia? Tu amigo te está buscando —escucho la voz de Isabella, pero al instante se queda paralizada al ver a Ramos. Todos nos volvemos hacia ella, y la expresión de su rostro me oprime el corazón. No quiere enfrentarse a Ramos; no está preparada. No creo que lo esté nunca, y no me importa una mierda, porque no dejaré que este hombre se acerque a mi hermana. «Bella…», intenta Elisia, pero Isabella se da la vuelta rápidamente y sale a toda velocidad. Elisia va tras ella preocupada mientras yo me quedo allí, con la ira corriendo por mis venas.
