---- Capítulo 9 Romeo seguía sin aceptar el divorcio, pero yo ahora ya tenía demasiadas pruebas en mi mano. La sefiora Sánchez estaba preocupada de que él pudiera hacerme dafio por la desesperación, por lo que insistió en que me mudara a su casa. No le tenía miedo a Romeo, pero lidiar con él era en realidad algo agotador. Sin pensarlo más, me mudé a su casa, donde vi un cuadro. - éáPor qué este cuadro está aqui? - pregunté con curiosidad. La sefiora me abrazó suavemente y me explicó con voz tranquila: - Yael recuerda muy bien tus palabras. Le dijiste que usarías ese nombre como firma cuando pintaras. Por eso, cuando la galería vendió esa obra, él la reconoció al instante. Era mi obra. Alguien la había comprado a un precio elevado, y ese dinero había solucionado una crisis en nuestra familia en ese entonces. Después intenté contactar al comprador para agradecerle, pero la galería dijo que él no quería revelar su identidad. Resulta que fue Yael quien la compró... La sefiora sonr ---- -Conozco bien a mi hijo. Yael compró ese cuadro a ese precio alto porque tu obra vale la pena. jNo tienes idea de cuántos amigos míos han querido comprarlo por un precio mayor! Le respondí con una sonrisa, sabiendo que ella estaba tratando de consolarme. No quería que pensara que Yael lo había hecho solo para ayudarme. Enrrealidad, no pensaría así, ni era una persona tan sensible. É| me pagó ese precio y ese dinero también me ayudó mucho, solo me sentiría agradecida por todo eso. La sefiora me dijo que me quedara a su lado tranquila, como cuando era nifia. En casa, me habían preparado una habitación, justo al lado de la de Yael, igual a la de mi infancia. Fui a verla, era tan familiar y acogedora como antes. De repente, sentí como si hubiera regresado a aquel verano de hacía tanto tiempo: mamá y la sefiora Sánchez nos prepararon sandías frías, mientras Yael y yo estábamos tirados en el suelo, pintando al lado del ventilador. Llené el suelo de su habitación con flores. Cuando la sefioralo vio, en lugar de regafiarnos, nos elogió por lo bien que pintábamos. Mamá también me miraba con ternura, sonriendo y tocando la punta de mi nariz, Ilamándome "la gatita". Esos días fueron los más ---- felices para nuestras dos familias. Abríla puerta de la habitación de Yael y vi algo más en su escritorio: un caballito de arcilla que había hecho en nuestra infancia. jYael tambiénlo había comprado! Me sentí tan conmovida que las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos... - Si hubiera sabido que iba a hacerte lIlorar, lo habría guardado en el cajón. Era Yael, apoyado en la puerta, hablando con su voz profunda. Me soné un poco la nariz y le pregunté: -êPor qué lo compraste también? Él levantó una ceja, acercándose para tomar el caballito en su mano. - Participé en esta obra, ícómo podría permitir que otros la compraran? Ya te di todos mis juguetes cuando éramos pequefios, pero no puedes quitármelo esta vez, é de acuerdo? Mientras hablaba, escondió el caballito detrás de su espalda de manera infantil, como si yo fuera a robárselo en cualquier momento. Su expresión seria me hizo reír: ---- -Lo compraste a un precio tan alto, claro que no voy a robártelo. -FEstella, lo compré porque realmente me gusta, no es para. -pLo sé, y lo sé muy bien -sonreí. Sabía que Yael y la sefiora Sánchez nunca tendría la intención de darme la simpatía; también sabía que solo él valoraría tanto ese caballito. Me gusta la cerámica y la pintura; siempre me ha gustado desde la infancia. Después de casarme con Romeo, temía que él pensara que lo despreciaba por no entender el arte, así que rara vez lo mencionaba. Pero Yael era diferente porque siempre había sido mi espectador más fiel. Seis meses después, volví a presentar la demanda de divorcio. Finalmente, lo logré. Debería tener la mitad de los bienes, pero solo pedí la mitad de los ahorros, dejándole la casa. É! había trabajado mucho para comprarla. También era su suefio sobrevivir en una gran ciudad. No quería esa casa. De esta manera, podría olvidar poco a poco los recuerdos en ese lugar. La sefiora Sánchez me dijo que podría ser su hija o su nuera. Siempre que yo quisiera, ella sería mi madre. Por ---- supuesto, si pudiera ayudar a su hijo a salir de su " soledad", se sentiría aún más feliz. Sin embargo, ya no anhelaba otro matrimonio; quería ver el mundo. Ella también respetó mi decisión, pero cuando me llevó al aeropuerto, me dejó a su hijo, diciendo que Yael había estado ocupado durante mucho tiempo y que también él merecía unas buenas Vacaciones. De esta manera, comenzamos a viajar por el mundo. Cuando llegamos a Noruega, vimos la aurora boreal. Yael me dijo que, mientras pudiera estar a mi lado, se sentiría feliz. Me puse de puntitas y lo besé: - Hemos pasado tanto tiempo juntos, creo que ya de veras puedo aceptarte. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!
