---- Capítulo 7 El mayordomo comenzó a dispersar a los invitados, evitando más miradas curiosas. El jefe de los guardaespaldas se adelantó para ayudar a Diego a levantarse, pero este lo rechazó con violencia. Arrastrándose, se abalanzó sobre el ataúd de cristal. Abrió la tapa con manos temblorosas y acarició mi rostro helado e inerte. Se quitó la chaqueta y me cubrió, Ilorando mientras seguía acariciándome las mejillas. -PValeria, éipor qué estás tan fría? Mira, te pongo mi chaqueta y así agarras un poquito de calor. Despierta, é sí? Te Ilevaré a casa... !Cómo voy a vivir sin ti? ;Me abandonarás así? - Hacia el final, no podía dejar de temblar. Un empleado le entregó con indiferencia mi celular: -Aquí está la despedida de la sefiorita Solís. Diego descubrió que el vídeo se había grabado a las diez de la noche de hacía dos noches. La misma hora en que él, mientras desataba el mofio del vestido de Ana, me envió un mensaje impersonal: «No volveré en dos días». Al reproducir la grabación, me vio sentada en el salón ---- diciendo: - -bDiego, fuiste mi príncipe azul y me convertiste a mí, cenicienta, en princesa. Gracias por dejarme sofiar de maravilla durante tres afos y hacerme creer que tu amor por mí duraría para siempre. Pero el suefio acabará con el tiempo, y tu amor es apasionado pero efímero. -Te confieso algo: recuperé la audición hace meses. Me sometí a otra cirugía solo para escuchar tu «éaceptas?» enla boda. Pero, para mi sorpresa, lo primero que oí al sanar fueronlos gemidos de Ana y tú en la habitación contigua. -Ella me envió incontables audios de sus encuentros. Dile que no necesitaba subtítulos, pues cada jadeo lo entendí con claridad. - Quise confrontarte mil veces, pero entendí que el amor eterno no existe. Gracias por haberme amado, pero ahora, no quiero tal farsa. - Me voy para liberarte. Ojalá nunca volvamos a vernos Al enterarse de que hacía tiempo había recuperado la capacidad de oir, Diego se derrumbó al recordar cada comentario cruel que hizo frente a mí y cómo se había quedado cruzado de brazos mientras los demás se reífan ---- de mí. Sintiéndose culpable, levantó la vista para descubrir que la prensa había sido ahuyentada y que los invitados restantes lo observaban con asco. Algunos de los mayores le reprendieron, haciéndolo sentir la misma vergiienza que yo sufriera en mi silla de ruedas. -iVALERIA! -gritó desconsolado. Soltó un chorro de sangre por la boca, salpicando mi cara y las rosas blancas del ataúd, y luego cayó, desplomándose sobre mí. La agencia que me ayudó a falsificar el cadáver me envió el vídeo y, al ver al desmayado Diego, recordé de repente su llanto en el hospital tras mi accidente. El tiempo vuela. Desde sus primeras infidelidades, nuestro amor se desvaneció como arena entre los dedos. Lo que pasó después, ya ni siquiera me importaba. En una ciudad nueva, trabajaba como editora de revistas y no tenía que comportarme como una dama recatada. En este momento, lIlevaba puesto un bikini, estaba de vacaciones en la playa. ---- Esta era la vida que quería, la que me merecíia. Apagué el vídeo, di un sorbo al cóctel que me servía un guapo mesero y corrí hacia mi mejor amiga, que me saludaba alo lejos. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!
