---- Capítulo 1 Apreté el vino tinto amargo contra mi paladar, forzando una calma que no sentía, -iCuántos meses tiene la cría? -pregunté con una voz casi ahogada. Carlos se estremeció como despertando de un suefio. La copa de cristal estalló entre sus dedos. Las esquirlas se clavaron en su palma y la sangre resbaló por sus nudillos. Pero ni siquiera pestaõeó. Se abalanzó sobre mí, atrapándome en un abrazo feroz mientras temblaba: -ilrene, no es lo que piensas! jLa cría fue un accidente! Mi loba aulló de agonia en lo más profundo de mi ser. Conteniendo el nudo en mi garganta, articulé palabra por palabr: -Así que... 4de verdad dejaste que otra mujer levara tu cría? El silencio de Carlos fue su única respuesta. Cerré los ojos y las lágrimas silenciosas ardieron en mis mejillas. Al imaginar sus brazos alrededor de otra, lo empujé instintivamente y giré para huir. ---- Él me siguió hasta la entrada, pero su teléfono resonó en ese instante. Una voz melosa atravesó la línea: -aAlfa, tu pequefin no para de patear a tu tesoro... iMe está matando! Un dolor afilado me atravesó el pecho. Aceleré el paso. No escuché sus pisadas tras de mí. Una sonrisa amarga se dibujó en mis labios. zAlivio? ;O desolación? Marqué el número de mi mentor. -Profesor, acepto unirme al proyecto de investigación médica en la Isla Glacial. -çEn serio? -La sorpresa teiía su voz al otro lado-. jEs maravilloso! Necesitamos a una doctora en medicina como tú. Pero el nivel de confidencialidad es máximo. Cortarás todo contacto con la tribu. Tu alfa lo permitirá? Si desapareces un instante, moviliza a toda la manada. Mi mirada se apagó. -Rompí el vínculo de apareamiento con Carlos. Una pausa. Luego, una respuesta discreta: -Entendido. Prepararé los documentos. Te unirás al equipo en tres dias. Al colgar, la pantalla gigante a mis espaldas mostraba una entrevista a Carlos. ---- -Alfa, veo que acaricia su anillo. Un simple aro liso? ;Algo especial? -sefialó la presentadora sefialó con agudeza. -Es mi alianza -sonrió Carlos con ternura. -éCon su estatus? iDebiera ser de piedra lunar! -Lo forjé en oro hace siete afios. Lo tallé con mis manos... -su dedo rozó el interior-. Grabé dos nombres: Carlos e Irene. -iVaya! gCarlos y..? -lrene. Mi Luna se llama Irene. -iQué envidia...! Bendecida por la diosa lunar. É bajó la mirada. -Supliqué a la diosa lunar incontables veces para que fuera mi Luna. -Hoy cumplimos siete afios. Cuando solo era un lobo sin rango, ella creyó en mí. Incluso perdió... -su voz quebró- ...nuestra primera cría al salvarme. -lrene es mi único compahero. En tres días, en nuestro aniversario, renovaré votos ante toda la manada. Murmullos de admiración brotaron entre los lobos. «jEl alfa que más ama a su Luna!», exclamaban. Sí. Todos creían que yo era su razón de vivir. Hasta hoy, yo también lo creí. Miré el anillo de oro que Ilevé siete aíios -que él jamás me permitió quitarme- y entré en una joyería ---- -Fúndalo, por favor. El artesano examinó la pieza, luego a mií: -iAcaso es usted... la Luna Irene? Su compaííero negó con un gesto: -Imposible. Solo es una coincidencia. El alfa adora a su Luna. ;Por qué la fundiría? Una sonrisa desgarrada me recorrió los labios. Pagué en silencio y salí. Caminé sin rumbo hasta que un vehículo famiíliar se recortó en la calle. Su coche. Estacionado, como esperando. El viento helado me azotó el rostro mientras lo observaba. Un torbellino de emociones me ahogaba. Mis pasos se ralentizaron. «iPor qué guardas esperanzas?», me maldije. Esperaba que estuviera allí... por mi? Dudé. zEnfrentarlo o huir? Tras una eternidad, respiré hondo y avancé. Cada paso era un alambre de espinas. De pronto, Carlos bajó del auto y abrió la puerta del acompafiante. Una joven bajaba con cuidado, su mano acariciando su vientre abultado mientras él la sostenía. -Contuve la respiración.