Capítulo 45: Los murmullos se convirtieron en maldiciones. Si no fuera por la habilidad de Marcelo, ya podría haberle dado un beso de despedida al mundo. Mayer era un chiflado. «Lleva a Marcelo a descansar», ordenó Rhys con firmeza, con la mirada inquebrantable. En ese momento, Mayer ya había salido de su coche, arrancándose la camisa en una muestra de desafío. Hizo un gesto agresivo con el dedo corazón a la multitud. «¡Perdedores de Multitopia!». Su risa resonó, desdeñosa y mordaz. «¡Solo sois un montón de basura! ¡Ni siquiera sois dignos de limpiarme las botas!». Los rostros del público se volvieron pétreos, en particular los de la docena de corredores que habían competido pero habían perdido miserablemente. «Señor Green…». El director miró ansiosamente a Rhys. El director había contado con Rhys para evitar que las cosas se salieran de control. Sin embargo, al presenciar la temeraria exhibición de Mayer, estaba demasiado preocupado como para dejar que Rhys se uniera a la refriega. ¡Mayer estaba completamente loco! El riesgo de un percance era demasiado grande, una carga que el director temía no poder soportar. «Te echo una carrera». Una figura se levantó de las gradas. Después de la derrota de Marcelo, ¿podría alguien más ser lo suficientemente valiente como para asumir el reto? Incluso Mayer miró hacia allí, sorprendido. Adelina levantó la cabeza, con una expresión de orgullo feroz. «Una vez admiré tus habilidades al volante, por eso te mostré mi afecto. Pero nunca esperé que actuaras así. Nos has humillado. Hoy demostraré nuestro temple». Adelina pronunció estas palabras deliberadamente para ganarse la aprobación de la multitud. Tal y como Adelina había esperado, aquellos que antes la miraban con desdén ahora la veían de otra manera. Al menos, en este momento crítico, Adelina se atrevió a ponerse de pie. Independientemente de su destreza al volante, su determinación era clara para todos. Al sentir el cambio en el comportamiento de la multitud, un brillo victorioso apareció en los ojos de Adelina. Claramente, había hecho lo correcto. Adelina no había dado un paso sin estar preparada. Antes de regresar con la familia Gill, había trabajado en un hipódromo, mezclándose con los chicos ricos para forjar conexiones, durante lo cual había perfeccionado sus habilidades de carrera. Además, le había dado instrucciones a Phoebe para que manipulara algo… Adelina miró en secreto a Phoebe, que acababa de regresar y le hizo un gesto de OK. La sonrisa de Adelina se amplió al echar un vistazo al coche de Mayer. Hoy era una oportunidad inesperada. Si derrotaba a Mayer, sería vista como una heroína entre los jóvenes de élite reunidos allí. Después de eso, integrarse en el círculo de la clase alta sería algo natural. —¿Crees que puedes? —Mayer se enfrentó a Adelina, con una mueca de desprecio en el rostro. Adelina, firme y segura de sí misma, declaró: —Llevo más de una década haciendo pedazos a mis rivales. Ya verás. Serás solo otra muesca en mi cinturón. Su voz confiada despertó un destello de esperanza entre los espectadores.