---- Capítulo 2 El aborto estaba programado para una semana después. Esos días seguí trabajando como taxista sin parar. Esa noche recogí a un pasajero varón que, al subir, Ilenó el auto de olor a alcohol. Instintivamente me tapé la nariz. Desde el embarazo, los olores me afectaban más. El hombre me lanzó una mirada furiosa: -éTe molesto? jNo eres más que una taxista cualquiera! No respondí, solo le recordé abrocharse el cinturón. Amitad del camino, empezó a tocarme: -iTan guapa y manejando un taxi? Deja de trabajar, yo te manlengo. Esquivé sus manos con el rostro tenso: - Sefior, compórtese. -i"Compórtese"? jA ti debería darte vergienza rechazarme! -me empujó contra el asiento con desprecio - éQuién te crees? Contuve las lágrimas. Al ver mi silencio, se atrevió a ---- más: -iQué? iTe haces la digna? Hoy mismo te... Sus manos ásperas me agarraron la cintura. Pisé el freno bruscamente, lo empujé y salí corriendo del auto. -iPuta! éCómo te atreves? -rugió, lanzándome una lata de refresco fria a la cabeza. El líquido helado me corrió por la cara. Entonces lo vi. En el edificio frente a mí, una pantalla gigante mostraba a Agusto celebrando el cumpleafios de Inés. Le colocaba un collar de millones, enjugaba dulcemente el pastel de sus labios. -iJa! -el pasajero escupió- Él es el jefe de la banda. Esa de ahí es su amiga de toda la vida. jTú no eres nadie! Enla pantalla, Agusto decía que Feliz cumpleafios, Inés. De pronto, mi mirada se detuvo. Al siguiente instante, distinguí una silueta familiar tras el enorme ventanal. Justo cuando avanzaba hacia mí, alguien lo arrastró lejos. ---- El corazón me dio un vuelco brutal. Bajé la vista, convenciéndome de que era solo una ilusión. Yentonces lo recordé... Aquella promesa que Agusto me hizo al principio: --Celia, siempre te protegeré. Qué mentira más grande. Corrí Ilorando. Al llegar a casa, temblando de frío, encontré a Agusto decorando para una fiesta. -íéTan temprano? - preguntó sorprendido. - Yo... - No pude terminar la frase. Un estornudo me traicionó. -iEstás resfriada? - Agusto alargó la mano para tocarme la frente. Me aparté instintivamente. - No es nada - murmuré, evitando su mirada- éQué preparas? -Hoy es el cumpleafios de Inés. Le organicé una fiesta -respondió con una dulzura que me quemó. ---- Apreté los labios. --Celia, ven con nosotros -insistió, ignorando mi rigidez. - No me siento bien. Apenas terminé de hablar, Inés salió de la habitación: --Celia, jvamos, será más divertido si todos estamos juntos! Detrás de ella, un grupo de sus amigos me miraban con desprecio. Ahoralo entendía. Eranrricos. Yo solo era una chica común. Estar con Agusto había sido un ascenso social para mí. Por eso siempre me habían menospreciado. -íáVas a venir vestida así a fiesta? -se burló uno. - Sí, êno ves tu lugar? - afiadió otro. Agusto miró entre ellos y yo, con una mirada que les ordenaba callarse. Luego, suavizó el ambiente: -Fcelia, épor qué no le haces un pastel a Inés? Sabes que ---- lo haces mejor que nadie. Ya compré los ingredientes. - Agusto, no me siento bien, quiero... Me interrumpió con una voz dulce pero firme: -Hazlo por mí, ívale? Era una orden disfrazada de petición. No asentí. Al ver la situación, Inés fingió hacer de pacificadora: - Dejémoslo, Agusto. Quizá Celia no está de humor hoy. No la obliguemos. Sé que Celia nunca me ha considerado una amiga de verdad. Mientras hablaba, sus ojos se enrojecieron con falsa tristeza. Bajé la vista y me giré para irme a la habitación. Fue entonces cuando lo vi. En unrincón, varias prendas de bebé que había cosido con mis propias manos para mi primer hijo ahora servían como trapos. Mi hijo murió por culpa de Agusto. Y ahora hasta estas prendas eran profanadas. ---- Mis ojos se Ilenaron de lágrimas al instante: -éQué es esto? Agusto siguió mi mirada, confundido: -Sonttrapos, équé pasa? -iTrapos? - apreté los dientes, con la voz temblorosa - jéCómo te atreves?! jEsto es la ropa que hice para nuestro bebé! Agusto cogió los trapos con nerviosismo y miró a los demás con severidad: -iéQuién ha hecho esto? Tnés inmediatamente adoptó una expresión de víctima: -Agusto, Celia lo siento mucho. No sabía que esas prendas eran importantes. Solo las usé porque no encontré otros trapos. No pensé que te molestarías tanto. Te compraré otras nuevas, no te enfades. Agusto le lanzó una mirada fulminante antes de volverse hacia mí con tono conciliador: - No te preocupes, carifio. Inés no lo hizo a propósito. Ya te compraré más ropita. ---- Nuestro bebé tendrá muchísima ropa, lo prometo. Detrás de Agusto, Inés me lanzó una sonrisa provocadora. Hizo trizas una de las prendas ante mis ojos y extendió las manos en un gesto de burla. -iTú...! -La miré fijamente, apretando la ropa de bebé entre mis manos mientras temblaba de rabia. Era el único recuerdo de mi primer hijo. Ni siquiera habia llegado a ver este mundo. En incontables noches, había acariciado esa pequefia prenda para recordarla. iY ahora Inés pisoteaba sin piedad mi último consuelo! Al verme llorar, Agusto se apresuró a secarme las lágrimas y consolarme, antes de ordenarle a Inés: -FCarifio, ya no estés enfadada. Inés, ven a disculparte. Tnés inmediatamente se puso lacrimógena: --Celia, lo siento, me equivoqué. Si quieres, pégame para desahogarte. Jaime, el amigo de Inés, soltó una risotada: - -Ya se disculpó, y con este dinero es más que suficiente para comprar esa ropa. jQué exagerada eres por algo tan ---- insignificante! Sacó un fajo de billetes de su cartera y los arrojó hacia mí. -4éTe alcanza? ;O quieres más? Temblé de pies a cabeza, con los ojos inyectados de sangre, y aparté violentamente el dinero con un manotazo. -iLárguense! -grité con la voz ronca por el lIlanto, clavándoles una mirada asesina- jTodos ustedes, fuera de aquí! El rostro de Agusto se ensombreci -FCelia, écómo se te ocurre gritarles así a los invitados? Si te maltrataron afuera, no descargues tu ira aquí. Me quedé paralizada, helada hasta los huesos. -iCómo sabes que me maltrataron afuera? Aquella silueta familiar tras el ventanal había sido Agusto. No solo no me defendió, sino que ahora me reprochaba mi reacción. Un desesperante mareo me invadió. El mundo giraba a mi alrededor. ---- Y entonces, todo se oscureció. Antes de perder el conocimiento, la última imagen que vi fue el rostro aterrorizado de Agusto: -iCelia! Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!