---- Capítulo 8 Al mismo tiempo, mi "mejor amiga" fingía consolarme, llevándome intencionalmente al bar donde estaba Fernando para que pidiera un préstamo al usurero. Mientras trataba de sonsacarme cuánto dinero tenía guardado, también sacó las grabaciones de seguridady selas envió a mi esposo para amenazarme. Sospecho que el plan inicial de Rosa era algo parecido al de mi suegra: sacar dinero de mí. Solo que mi suegra quería usar la situación con el hombre de color para forzarme de esta manera a divorciarme de José. Recuerdo que, cuando tuve un aborto espontáneo, caí en una profunda depresión y, aun cuando José y yo volvíamos a estar juntos, siempre tomábamos precauciones al respecto. No me atrevía a quedar embarazada otra vez. Mi suegra estaba frustrada por esto. Con el tiempo, fue mi "amiga" Rosa quien vino a cuidarme, y mi suegra dejó de insistir poco a poco en la idea del nifio. Ahora creo que mi suegra quería usar al hombre negro para forzar un divorcio entre José y yo, y de paso conseguir el dinero que tenía guardado. Pero no contaban con que la codicia es insaciable. Rosa quería cada vez más, quería todo mi dinero, por eso ---- empezó a amenazarme en secreto. Pensar en la cara amable de mi suegra y en la falsa preocupación de Rosa me provocaba grandes náuseas. Contuve las ganas tan insaciables de vomitar y terminé la llamada con Rosa. Le dije que primero tenía que hablar con mi esposo y aclarar las cosas, de lo contrario no le daría ni un solo centavo. Rosa, confiada en que tenía la carta de las fotos con el hombre de color, aceptó apresurada mi propuesta. No pasó mucho tiempo antes de que José viniera a reconciliarse conmigo. Me abrazó, apoyando su cabeza en mi hombro, y me dijo con sinceridad: -Lo siento mucho, amor. Te malinterpreté. He tenido problemas en la empresa y, por lo tanto, no he sabido manejar mi temperamento. Por favor, perdóname. Negué todo. Aunque su abrazo me daba cierta tranquilidad, pensar en todo lo que su madre había hecho me impedía perdonarlo. Pero lo que no podía perdonar no era a su madre, sino a él, a mi esposo, José. Desde el momento en que descubrí que mi suegra había traído al hombre de color a nuestra casa, instalé en ese instante cámaras en la sala. Al principio, el audio en mi celular no funcionaba muy bien, así que no podía escuchar ni ver claramente la grabación. Pero cuando ---- cambié de dispositivo, finalmente escuché la conversación entre José y Rosa. Se abrazaban amorosos, incluso discutían cómo gastar mi dinero en su luna de miel después de que José se divorciara de mí. Miré la fecha, y recordé que casualmente ese día había salido a caminar con mi suegra. José me había insistido que debía acompafiarla más porque se sentía sola. Pero él, mientras tanto, no tenía reparo alguno en besar a Rosa en nuestra casa. Escenas como esta se repitieron con frecuencia. Incluso se atrevían a decirse palabras dulces en nuestra propia habitación, justo delante de nuestras fotos de boda. No podía entender cómo podían actuar de esa manera tan enamorados frente a nuestra imagen. éNo les daba asco? Ylo peor, José participaba en todos los planes. No iba a permitir que se salieran tan tranquilos conla suya. Llamé al hombre de color, John, y descubrí que no había ningún registro de su nombre en la oficina de inmigración local. Luego me enteré de que tenía conexión con la empresa de comercio exterior donde trabajaba José. Supuse que José le había prometido algo a cambio de ayudarle a planear todo esto. Si John era un inmigrante ilegal, José no saldría muy bien librado. Le ofrecí a John siete mil dólares a cambio ---- de que testificara. Como testigo, su culpa sería menor, pero su declaración implicaría a José, a su madre, ya Rosa. Estos no podrían escapar. Recopilé todos los testimonios y Ilevé a José y alos demás ante la justicia. Un día antes del juício, Rosa vino lIlorando, rogándome, incluso arrodillándose ante mí. - Rosa, lo hecho, hecho está. Debes aceptar con dignidad tu castigo, -le dije. Discover our latest featured short drama reel. Watch now and enjoy the story!