Capítulo 31: Mabel estaba llorando, con las emociones a flor de piel, mientras Glenda intentaba calmarla. «Cariño, no te preocupes demasiado. Puede que solo sean noticias falsas. El asunto está siendo investigado. La policía descubrirá la verdad». Sin embargo, sus intentos de consolar a Mabel sólo intensificaron su angustia, haciéndola llorar aún más. Después de cambiarse los zapatos y escuchar a Mabel, Elyse se dio cuenta de que Jayden había tomado medidas. De camino, se había fijado en un nuevo trending topic: una lista en la que se afirmaba que varias celebridades habían participado en una orgía infame, protagonizando actos escandalosos y transacciones ilícitas, con el nombre de Mabel entre ellas. Mabel no era muy famosa, pero sí muy querida, y el escándalo hizo que muchos de sus fans dejaran de seguirla. El castigo que Jayden organizó no fue demasiado duro, pero para Mabel fue peor que un golpe mortal. Al entrar en el salón, Elyse vio a Mabel llorando en el sofá, a Glenda haciendo todo lo posible por consolarla y a Lanny que parecía silencioso e indiferente. La reacción de Lanny cambió cuando se fijó en ella. Se levantó sorprendido. «¡Elyse, estás en casa! ¿Por qué no me avisaste de que venías? ¿Ha venido el señor Owen contigo?». Luego miró detrás de ella. «Jayden tenía que ocuparse de unos asuntos, así que no pudo venir», explicó Elyse. «He vuelto porque necesitaba ocuparme de algo yo misma». Tras una breve pausa, miró a Mabel y preguntó con una leve sonrisa: «¿Qué le pasa?». Mabel, recordando los rumores que había difundido sobre Elyse, apartó los ojos con culpabilidad. Sin embargo, se convenció rápidamente de que Elyse no podía saber que era obra suya. En un arrebato de irritación, espetó: «¿Por qué has vuelto? ¿Has venido a reírte de mí? Lárgate». Al ver la fuerte aversión de Mabel, Glenda intervino. «¿Qué haces aquí, Elyse? Sólo estás haciendo que Mabel se enfade más. Vete de una vez». Elyse, imperturbable ante sus duras palabras, se volvió hacia Lanny con una leve sonrisa y preguntó: «Papá, ¿crees que yo también debería irme?». «No les hagas caso. Me alegro de que hayas venido de visita», respondió Lanny con calidez. «Entonces que las criadas nos preparen algunos postres y bebidas. Tenemos una reunión familiar; ¿no deberíamos tener una buena charla?». sugirió Elyse. «Sí, tienes razón», aceptó Lanny y enseguida indicó a las criadas que prepararan los postres. Mabel, frustrada por su actitud desdeñosa, exclamó: «Elyse, ¿no ves que ahora mismo estoy ardiendo de ansiedad? ¿Y tú quieres disfrutar de bebidas y postres? ¿Fui yo quien publicó la lista? ¿Te pedí yo que asistieras a esa fiesta?». Elyse replicó bruscamente: «Mabel, ya no eres una niña. Los adultos deben responsabilizarse de sus actos». Mabel, picada por las palabras de Elyse, cogió un cojín y se lo lanzó. Elyse la atrapó sin esfuerzo. «¿Y te crees con derecho a sermonearme? Tu escándalo de infidelidad está en Internet. Ni se te ocurra dar la cara delante de mí», replicó Mabel con fiereza. Glenda, al ver su agitación, habló con impaciencia. «Elyse, ¿cómo has podido hablarle así a tu hermana?». «Bueno, desde luego no he venido aquí para divertirme», replicó Elyse. Entonces se acercó a Mabel y le dio una fuerte bofetada en la cara. «¡Cómo te atreves a difundir mi información en Internet, mujer maliciosa!». Mabel, que se agarraba la mejilla en estado de shock, no había previsto semejante acción por parte de Elyse. Cuando se recuperó, gritó de rabia y se abalanzó sobre Elyse. Elyse la esquivó con suavidad. Al no dar en el blanco, Mabel se volvió y le gritó a Glenda con descontento: «¡Mamá, Elyse me acaba de pegar!».